- Fue la autora bajo seudónimo del libro Un rey golpe a golpe, biografía crítica publicada por Ardi Beltza en 2000. Ese ensayo, que actualizó en 2017 con otra biografía publicada por Akal, había partido de de su tesis doctoral como filóloga, dedicada a estudiar los discursos de Juan Carlos I de 1969 a 1996. Hoy Rebeca Quintáns está centrada en su trabajo como profesora de instituto, con escaso tiempo para avanzar en un libro que le gustaría sacar sobre Felipe VI. Dice que "una de las claves es ser muy cuidadoso con las fuentes, leer mucho entre líneas y relacionar la información".

Veinte años después de la publicación de su primera biografía crítica, la cuestión se ha hecho nuclear.

-No me lo podía imaginar entonces. Hubo muchos años de mucho silencio, a pesar de la publicación de este libro.

Parece evidente que aquella cacería en Botsuana fue el punto de giro de la biografía de Juan Carlos.

-Botsuana fue el momento elegido o la gota que colmó el vaso, y a partir de ahí empezaron a salir muchas más cosas. Fue Botsuana, pero podían haber sido muchos hechos anteriores, que se habían ido tapando. Unos años antes hubo una cacería de osos en Rusia, en la que cazó un oso que estaba prácticamente amaestrado y que lo emborracharon para que lo cazara él. Esto se publicó en la prensa extranjera y en España no salió de la prensa alternativa. El bombazo fue Botsuana, Y se dejó que eso saliera a los grandes medios, porque ya se estaba forzando la abdicación.

Ese episodio en Rusia dio lugar a una viñeta satírica publicada en Deia, y a un artículo en Gara, que llevó a sus respectivos autores a un juicio donde fueron absueltos. Respecto a las prácticas generalizadas de la prensa de entonces, ¿había una espiral del silencio, un pacto tácito, miedo en las empresas periodísticas?

-Lo que había era un control férreo desde todas las estructuras de poder, también los bancos, accionistas de los grandes medios de comunicación, impedían que se publicasen ciertos temas. Por encima de eso estaba el control judicial. Lo del acuerdo de caballeros, que es una versión que circuló mucho, es un concepto que cogería con pinzas. Por mucho que acordasen los grandes directores de los medios de comunicación, con Cebrián a la cabeza, había un control férreo que iba bastante más allá.

Con el discurso oficial que se había tejido, Juan Carlos I se podía haber despedido en olor de multitud, y se ha precipitado por una pendiente. ¿Cómo se llegó a esta situación?

-Continuando con lo que ya había en los últimos años del franquismo. Los mismos mecanismos de control de la prensa y de protección de grandes figuras, no solo de Juan Carlos. El sistema parlamentario de la Transición estuvo también muy coartado por el plan diseñado. Detrás de todo eso había un sistema corrupto, de protección de la figura del monarca, y dejarle actuar en negocios privados que influían en políticas públicas. Fue un sistema que se estuvo manteniendo desde el principio hasta el final, y que ahora está empezando a desbordarse y a salir a la superficie, porque por algún lado tenía que aflorar.

¿Los distintos presidentes del Gobierno miraban para otro lado para evitarse el cuestionamiento del monarca?

-Con el PSOE de Felipe González esos lazos son más que evidentes. Colaboraron políticamente en establecer el sistema de la Transición que hoy está siendo tan cuestionado, pero también participaron conjuntamente en negocios, se taparon los unos a los otros y se beneficiaron en casos de corrupción que fueron muy importantes, desde la Expo de Sevilla hasta Kio. La clase política y la monarquía fueron compañeros de negocios. Pero hoy día ese sistema también continúa, y vemos que hay un cambio muy significativo en partidos políticos cuando están en el poder o cuando entran en el Parlamento, y todos se vuelven mucho más monárquicos de lo que eran. Aunque sigan siendo críticos con la monarquía, hay un cambio en partidos como Podemos, por ejemplo, aplaudiendo el discurso de apertura de la legislatura del rey. Ese acuerdo de los partidos políticos por proteger la monarquía y tapar las cosas que hace, continúa en cierta medida, y lo hemos visto por ejemplo con la salida de España de Juan Carlos. Pactada con el Gobierno y con seguridad a cargo del Estado.

A pesar de esa colaboración, parece que hay malestar en la Casa Real con el Gobierno.

-Siempre hubo momentos de fricción y desacuerdo a lo largo de los años y con los distintos partidos en el Gobierno.

Se dice que con Suárez particularmente. Pero desde entonces, no parece que de ese calibre.

-De ese calibre no, pero fricciones ocasionales sí hubo. Con el Gobierno de Aznar no se llevó especialmente bien. Con el de Zapatero hubo diferencias por negocios que estaban organizando Corinna y Juan Carlos sin contar con el Gobierno, incluso en algunas fases de la negociación del AVE del desierto, viajes oficiales... Con este Gobierno la Casa Real tendrá sus fricciones y diferencias, porque están entre todos intentando gestionar una crisis que es súper complicada. Los partidos de la coalición podrían ser mucho más críticos y no lo están siendo. Pero están colaborando mucho en la gestión de una crisis en la que están dejando a Juan Carlos a merced de los medios de comunicación, pero también facilitándole un exilio dorado, mientras Felipe queda al margen, y limpio de polvo y paja. No están teniendo ningún problema en hacer viajes oficiales con él, Pablo Iglesias podría haber hecho algún gesto de no querer en este contexto viajar, y le hemos visto en Bolivia tan contento.

Dice que los partidos se vuelven un poco más monárquicos cuando llegan al poder. Será por un cálculo, de respeto institucional o de correlación de fuerzas.

-Habría que preguntárselo a ellos. Qué es lo que ganan con eso. Yo no acabo de entenderlo. Ahí hay muchas líneas cruzadas de intereses, y los económicos tienen mucho que ver.

Con más crítica, la Casa Real se debilitaría. Sin crítica también se ha deteriorado ella misma.

-Sí, porque pretendían mantener un sistema pro feudal, el del franquismo, donde el poder podía actuar con impunidad. Una impunidad que hoy día no puede haber, por los medios de comunicación y por el contexto social, con las redes sociales, donde la información se difunde muchísimo más. En otros países europeos hay monarquías, pero nada comparable a los abusos y al funcionamiento en España, y es por una herencia del franquismo que es insostenible.

La monarquía ya trabaja a unas décadas vista, pensando en la sucesión de Leonor, mientras en cambio no hay un republicanismo articulado.

-No lo hay, y eso está beneficiando mucho a Felipe VI para sobrevivir a esta crisis. También el coronavirus le está ayudando muchísimo, porque gracias a la pandemia se están neutralizando mucho los escándalos. Ahora bien, el plan de que se vaya a perpetuar con la princesa de Asturias me causa hasta risa. No lo veo posible. La monarquía está sobreviviendo, escondiéndose detrás de otros temas de gran actualidad, que evitan que haya movilizaciones en la calle por los escándalos. Es pura supervivencia. Sería deseable que hubiera un movimiento republicano articulado, ante lo que va a venir después. Porque la monarquía española va a caer.

¿Está segura?

-Sí, esto es imposible sostenerlo. Lo pueden alargar. Por mucho que disimulen y nos presenten a esa niña tan guapa como la futura reina en eventos como los Premios Princesa de Asturias, eso no cuela. Es un paripé, una puesta en escena, y no se lo creen. Va a caer incluso sin un movimiento republicano articulado.

Pero la monarquía tiene el apoyo de otros poderes.

-Van a intentar que se perpetúe, pero en caso de que no pueda ser, y están viendo que no, intentarán perpetuar su poder de alguna otra manera, adaptándose a otros sistemas. Por eso me parece que sería deseable que hubiera unas fuerzas que intentasen reivindicar el sistema republicano y una depuración de las redes de corrupción imperantes en España.

Se hacen paralelismos entre el discurso de Felipe VI del 3 de octubre de 2017 con el de su padre el 23F, cuando por de pronto dada la Ley de Secretos Oficiales no sabemos a ciencia cierta qué ocurrió durante aquella jornada de 1981 y las semanas anteriores.

-El tema del 23F sigue bastante abierto, aunque sabemos mucho, y conocemos las líneas maestras. En lo que respecta al mensaje de Juan Carlos, tuvo valor simbólico y propagandístico. No paró ningún golpe y es mentira que la gente se fuera a dormir tan tranquila después de oírlo. Eso forma parte de la construcción de la versión oficial, pero luego esta posverdad adquirió un valor simbólico muy importante, que es lo que querían imitar los asesores de Felipe VI.

¿Cuestionar la unidad de España contribuye a blindar indirectamente al jefe del Estado, que simboliza esa unidad?

-Poner en cuestión la unidad de España es poner en cuestión la monarquía. Esta es otra de las grandes crisis que tiene ahora la Casa Real.

¿Eso lleva a republicanos partidarios de la unidad de España a que se pongan del lado de la monarquía?

-Podría ser en algunos casos, pero no lo creo. Si existe la posibilidad, aunque ahora no estemos en el momento más álgido, de que Catalunya se independice del Estado español, eso supone un brete muy fuerte para la monarquía española, garante de la unidad de la patria. No creo que en nombre del rey vayan a salir hordas de españoles a defender la integridad territorial de la patria para evitar que Catalunya se independice, no creo que el rey tenga esa capacidad de convocatoria. Me imagino que en el ámbito militar sí, pero poco más.

Y poco menos, cuando hablamos de las Fuerzas Armadas.

-El ejército tampoco es el franquista. El poder político controla al poder militar. El futuro de la monarquía e incluso de la integridad de la patria, dicho en plan grandilocuente, depende mucho más de lo que hagan partidos como el PSOE que de lo que haga el ejército, que replicará lo que le diga el PSOE.

¿Cuál es el papel que han jugado Sofía y Letizia en Zarzuela?

-Desde el punto de vista feminista más básico, un papel deleznable, en particular la reina Sofía. Creo que en los primeros años de su matrimonio, como princesa o como reina, tenía más influencia y participaba más en cuestiones políticas. La relación del matrimonio fue tan mala que han vivido separados prácticamente todo el tiempo, pero ha aceptado un papel institucional como mujer de tapar actitudes absolutamente machistas de su marido, que pedía que chicas que veía por televisión se las llevasen a Zarzuela. Actitudes que rayaban en lo ilegal y en el acoso sexual, lo que pasa es que las chicas no lo han denunciado todavía. Sofía fue consentidora, tapó todo eso, y apoyó la monarquía en todo momento. Aunque al final se alió con su hijo para favorecer la abdicación, y librarse de Juan Carlos. Ahí también participó por supuesto Letizia Ortiz. Creo que es otro estilo de reina, pero en lo básico está siguiendo el modelo de Sofía. Manteniendo institucionalmente un papel que no se corresponde con su trayectoria personal y su psicología. Era de un talante diferente antes de ser reina, y luego la vemos de negro y con mantilla besando el anillo del Papa. Una actitud hipócrita asumiendo ese papel de mujer florero institucionalmente hablando. Pero bueno, es un personaje que me gusta porque ayuda mucho a la república; siempre está siendo criticada y le hace perder apoyos a la monarquía por el lado de los monárquicos.

Pero ella buscará asegurar el reinado de su hija, como madre y como reina.

-No creo que tenga mucha convicción a estas alturas. Estoy especulando, pero no creo que su experiencia esté siendo muy grata en el trono, y dudo mucho que vaya a poner todo el empeño en que su hija llegue a reinar.

Pero Leonor no sería una reina consorte.

-En cualquier caso, todo lo que rodea a la monarquía no creo que le pueda gustar para su hija.

Un sistema sucesorio de poder familiar se basa en comportamientos personales. No deja de ser inestable para un Estado depender de ese factor.

-Sí es frágil, porque es absolutamente irracional, y además no es práctico ni para los poderosos, porque están al albur de las ocurrencias de los miembros de la Casa Real. Es un sistema que podía ser sólido en otros siglos, pero que está absolutamente caduco, que se mantiene en algunos países democráticos de Europa por su papel jugado durante la Segunda Guerra Mundial apoyando al pueblo contra el nazismo. Ahí salvaron su prestigio y se están manteniendo, pero con mucho más control parlamentario sobre lo que hacen o dicen, y tampoco están libres de la crisis que afecta al sistema monárquico en todo el mundo occidental.

Con el rey emérito fuera de España y este flujo de informaciones, a corto plazo en los próximos meses, ¿Qué piensa que puede ir ocurriendo?

-Lo veo como un proceso acelerado, de que cada vez salen más cosas y cada vez van a seguir saliendo más. Es como un dominó de casos, cogiendo aceleración. Ahora se ve que funcionarios judiciales, incluso españoles, ya están atreviéndose a investigar casos de corrupción y de blanqueo que involucran a la Casa Real. Mientras eso no se frene un poco, Juan Carlos no va a poder moverse mucho, aunque creo que él va a intentar regresar.

¿Un intento condenado al fracaso?

-Depende mucho de su decisión personal, pero podría ser una catástrofe.

En esa decisión entrarán su hijo y el Gobierno€

-Intervendrán a favor de que no vuelva, pero tampoco le pueden prohibir la entrada si se empeña, por mucho que le presionen.

Si aceptó marcharse sorprende que pudiese volver.

-Lo que pasa es que es un personaje muy acostumbrado a hacer lo que le da la gana. Creo que aceptó salir con la condición de que regresaría cuando se calmasen las aguas. Estas aguas no se van a calmar, no creo que haga locuras de volver por su cuenta, pero sí que intentará algo, porque me temo que no le gusta estar en Abu Dabi, es una cárcel de oro, que no le permite hacer la vida que él querría hacer.

"Había un sistema corrupto, de dejar actuar al monarca en negocios privados que influían en políticas públicas"

"La monarquía está sobreviviendo detrás de otros temas que evitan que haya movilizaciones"

"Los partidos del Gobierno de coalición están colaborando mucho en la gestión de la crisis de Zarzuela"

"El plan de que se vaya a perpetuar con la princesa de Asturias me causa hasta risa, no lo veo posible"

"Desde el punto de vista feminista más básico, Sofía y Letizia han jugado un papel deleznable"