El bótox ha sido utilizado durante décadas con un fin fundamentalmente estético y, cada vez va ganando más peso por su función terepéutica

Este medicamento, que contiene toxina botulínica A, es el responsable del rejuvenecimiento de miles de rostros en todo el mundo. Aplicado en los músculos que causan las arrugas o líneas de expresión, las elimina mediante la parálisis muscular. Esta se produce por el bloqueo de las señales nerviosas de los nervios que deberían ordenar la contracción del músculo.

El curioso origen del uso estético del bótox se remonta al año 1987 cuando la oftalmóloga Jean Carruthers descubrió que el uso de la toxina botulínica en los pacientes que acudían a su consulta buscando una solución a los espasmos que sufrían en la zona de sus ojos, mejoraba además las arrugas del entrecejo y las patas de gallo.

Desde entonces, dicho descubrimiento se ha ido perfeccionando hasta convertir este compuesto en un auténtico elixir de juventud. A partir de ahí, esta sustancia ha ido ampliando horizontes y se ha comprobado su utilidad en otros problemas médicos y estéticos.

Un hombre recibe un tratamiento facial con bótox. Freepik

Los otros usos del bótox

A continuación, te ofrecemos ocho usos del bótox más allá del tratamiento de las arrugas faciales, algunos de ellos facilitados por expertos de la clínica Martin del Yerro | Amselem. Son estos:

1- Hiperhidrosis. La toxina botulínica ha demostrado disminuir la sudoración en axilas, palmas de las manos y plantas de los pies. La técnica consiste en infiltrarlo en varios puntos de la zona afectada por la sudoración. Estos efectos suelen durar de 6 a 8 meses, dependiendo de la intensidad del caso.

2- Bruxismo. Patología muy frecuente en nuestros días, el bruxismo es una contracción involuntaria de los músculos maseteros que conlleva desde el desgaste de las piezas dentarias a contracturas en el cuello y cefaleas. Para paliar este problema, se infiltra bótox en ambos músculos maseteros, consiguiendo así que se relajen y mejore la patología.

3- Rosácea. Es una enfermedad crónica que afecta a la piel, sobre todo al rostro, y en concreto, a las mejillas. Aparece enrojecimiento de la zona y a veces incluso granos e inflamación. Para estos casos, el tratamiento de la rosácea suele ser multifactorial; la toxina botulínica es aplicada en pequeñas inyecciones en la zona, demostrando mejorar la patología notablemente.

4- Cicatrices queloides. Son cicatrices hipertrofiadas y bastante antiestéticas y el tratamiento suele ser algo más complejo. Deben combinarse distintas técnicas, y entre ellas, la infiltración de bótox en la cicatriz.

5- Estrabismo. Se inyecta esta sustancia en el músculo oculomotor que corresponda para paralizar su acción, reduciendo o eliminando la desviación del ojo.

6- Distonía. El bótox puede reducir o eliminar esas contracciones de los músculos involuntarios.

7- Blefaroespasmos. La toxina botulínica puede reducir la disfunción del párpado que provoca que se cierre de forma involuntaria.

8- Migrañas crónicas. Inyectar bótox cada tres meses no soluciona el problema de raíz, pero sí ayuda a rebajar los dolores de cabeza.

Ya lo ves, el mundo del bótox es más amplio de lo que podríamos pensar y, además de acabar con las líneas de expresión del rostro, puede resultar muy útil para el tratamiento de ciertas enfermedades neurológicas.