La galería Altxerri de San Sebastián exhibe la faceta más gráfica de Eduardo Chillida. Coincidiendo con la muestra instalada en el museo San Telmo que permite un diálogo entre dos miembros del Grupo Gaur, Jorge Oteiza y el propio Chillida, la sala de exposiciones situada en la calle Reina Regente de la ciudad ha preparado una exposición específica que repasa toda la evolución de la obra gráfica del artista donostiarra, desde grabados hasta serigrafías pasando por xilografías, litografías sobre papel y, por supuesto, los libros de artista de gran formato que Chillida consideraba artefactos artísticos en su totalidad.

Altxerri siempre ha trabajado con este tipo de piezas del donostiarra pero hacía muchos años que no mostraba un conjunto de sus trabajos gráficos. El director de la galería, Javier Balda, reconoce que, aunque siempre se ha hablado mucho sobre el escultor, durante los próximos años se incrementará el foco sobre su obra y persona. Sin ir más lejos, este viernes, 19 de agosto, se cumplirán 20 años de su fallecimiento. En 2024, por otra parte, se celebrará el centenario de su nacimiento. Asimismo, existe un movimiento para que la Unesco declare el conjunto escultórico del Peine del Viento Patrimonio de la Humanidad. “Nos ha parecido una buena oportunidad de juntar la obra. Los clientes suelen ver las piezas en el almacén, pero hacía muchos años que no se exhibían”, explica Balda, al tiempo que añade que Chillida produjo muchísima gráfica, de gran calidad, sobre todo desde que comenzó a trabajar con el taller Hatz de su hijo Ignacio Chillida: “Es muy original. Utiliza el papel como espacio. En su gráfica mantiene el estilema de la escultura pero explora mucho en el dibujo, en la mancha, en lo improvisado”. Esto se percibe, por ejemplo, en una lámina expuesta en el primer piso de la galería en la que el artista retrató unas manos: “Hizo una treintena de manos, es algo que la gente busca mucho y algunas son difíciles de encontrar”. Se trata de dibujos “singulares” en los que, por otra parte, se reconoce perfectamente el espíritu del artista al jugar con los “entrantes y salientes espaciales”. Es un buen ejemplo de cómo todo lo que Chillida hacía con masa y materia en la escultura, en la gráfica lo hace con la línea.

Homenajes

Altxerri ha dispuesto un conjunto de piezas que repasan toda la trayectoria del donostiarra: todo muy “excepcional, sutil, bonito y diferente”. De hecho, se exhibe una de las primeras gráficas que produjo, una obra firmada y que pertenece a un catálogo de lujo de la parisina galería Maeght. Se trata de una pieza del periodo en el que Chillida practicaba el collage de papel kraft. Al poco tiempo abandonó dicha técnica, dado que no quería que “la materia se sostuviese con pegamento”.

La obra del artista destacó, entre otros factores, por la plasmación de sus inquietudes y preferencias artísticas, sus homenajes particulares que, por supuesto, también tienen su lugar en Altxerri. 

Cuelgan de las paredes de la sala principal cinco láminas de un total de doce –el resto ya han sido vendidas– pertenecientes al libro Homenaje a Bach que el artista publicó en 1997. Se trata de una serie de serigrafías en papel Eskulan gris con gofrado, un recurso que el escultor hacia “solo en algunas de sus obras”. “Tenía una gran afición por Bach y en esta obra muestra una sintonía gráfica musical”, explica.

En la misma sala se exhiben las seis láminas que componen el Homenaje a Parménides –también en Eskulan gris–, el único libro de artista en el que Chillida prescindió de la tinta en favor del gofrado y sus volúmenes: “Es la más escultórica de todas. Es muy original por eso mismo, porque solo con la impresión remite a algunas de sus mesas de hierro, de las piedras o de las tierras chamotas”.

Entre los dos homenajes se muestran las litografías, con técnica “muy aguada”, de Meditaciones de Castilla, una obra que Balda no desea despiezar sino vender completa. También se puede consultar La indetenible quietud, una publicación limitada de Boza Editor del año 1998, que mezcla la poesía de Clara Janés con seis grabados de Chillida.

A su vez, el experto de destaca dos serigrafías “extraordinarias” que Chillida realizó en homenaje Joxe Miel Barandiaran, en un encargo a varios artistas por parte de la Diputación de Gipuzkoa. Se trata de dos gravitaciones, de una producción “muy lujosa” y con la que logró “volumetrías preciosas”. Se trata de obras de poca tirada –solo 18–, por lo dificultoso de su reproducción. De hecho, Chillida, en toda su trayectoria, hizo menos de media decena de gravitaciones en obra gráfica. En una de las láminas se adivina una especie de puente, el que representaba Barandiaran entre la tradición y la modernidad. 

El viaje por esta trayectoria concluye con un ejemplar de Aromas, el último libro de artista que produjo, “una especie de recopilación imaginaria de toda su obra” y que publicó en el año 2000. “El formato libro lo cuidó mucho. Para él todo era un objeto, un objeto escultórico. Aunque tienen edición, funcionan prácticamente como monotipos”.