¿Cómo es posible tantas y tan grandes artistas cayesen en el olvido?

Porque eran mujeres. Esa es la explicación. Sí, es incomprensible. Es así porque la historia hegemónica está escrita por y para los hombres. Pero desde hace unos años hay un movimiento de recuperación. Por lo que tenemos que luchar es por la permanencia; que esto no se quede en altares puntuales, que se integren en el relato hegemónico, oficial, canónico. Y entender que esto está así para explicar que aquello no está del todo correcto. Tenemos que atrevernos a reescribir y a empezar a no fiarnos de una historia contada solo desde una perspectiva.

¿Qué diría que es lo que une a estas mujeres?

Su modernidad, su transgresión, su autonomá, su talento, su consciencia de ser sujetos históricos, como lo tenían también ellos, los representantes masculinos de la Generación del 27. Son conscientes de que están viviendo una época de transformación, y de que todo aquello que ellas y ellos produzcan pasará a ser parte del testimonio de una época. Lo que pasa es que, después, las fórmulas de construir esa memoria a ellas las dejan a un lado. Son mujeres muy divertidas, tienen vidas muy complicadas, con momentos de euforia bohémica, de vivir a lo loco.

"La historia hegemónica está escrita por y para los hombres; tenemos que atrevernos a reescribirla"

Son referentes femeninos muy necesarios.

Sí, es una generación de la que podemos aprender mucho. Nos hablan de nuestra memoria y de nuestro país, y a través de ellas y de su obra podemos entender muchas de las cosas que hoy están a la orden del día. Las Sinsombrero sirven sobre todo para no olvidar que eso no por ello no va a volver a pasar. Les pasó a ellas, a la generación que vino después de ellas, porque la dictadura rompió la normal cohesión entre generaciones. Lo normal hubiera sido que esta generación de mujeres hubiera tenido una relación de maestra-alumna con la generación posterior, pero esa genealogía femenina se rompió con la diáspora y el exilio. La generación siguiente se sintió huérfana de referentes femeninos. En esta exposición se muestra una carta que Ana María Moix, entonces estudiante de 18 años, envió en el año 65 a Rosa Chacel cuando ésta aún estaba en el exilio en Río de Janeiro, mostrándole su deseo de conocerla, porque ha oído hablar de su obra aunque nunca ha podido leerla porque en España estaba prohibida. Ahí hay un despertar de muchas generaciones que empiezan a preguntarse dónde está toda una generación perdida. Esta exposición es por un lado una cuestión de justicia social, porque nuestra historia está compuesta por estos agentes, masculinos y femeninos, y después yo siempre pienso que cada uno se tiene que acercar a estas mujeres y descubrir el potencial artístico que tienen y lo que les aporta. 

¿Es optimista respecto a que un 'olvido' de semejante magnitud no volverá a pasar?

Soy optimista en el sentido de que yo estoy muy a favor de las nuevas generaciones. Aunque tenemos espacios muy importantes que trabajar, como la violencia de género, el respeto, hay mucha lucha constante ahí, soy muy optimista con las mujeres de estas nuevas generaciones, creo que ya crecen con una conciencia muy consolidada de su representación. Soy optimista porque creo que hemos entendido el valor de la lucha, y también cómo podemos llegar a divertirnos luchando por estas cuestiones. Las mujeres no podemos dejar de luchar porque si no volveremos a desaparecer. Pero también nos hace especiales la conciencia de lucha constante.