El reconocido actor Javier Gutiérrez regresa este domingo al Teatro Gayarre junto a Luis Bermejo para poner en escena la obra El Traje, una comedia negra de mucha actualidad escrita por Juan Cavestany que transita por varios géneros en la que se reflexiona sobre la corrupción política y otros aspectos de la naturaleza humana.

 ¿Qué nos podría decir sobre El traje? ¿Con qué se va a encontrar el público?

Es un espectáculo que combina el drama, el thriller y la comedia más surrealista. Muy marca de la casa en ese sentido porque quien conoce la forma de escribir de su autor, Juan Cavestany, reconocerá su estilo en El Traje. Se va a encontrar un espectáculo que se escapa a los espectáculos al uso porque no solo transita por diferentes géneros sino que tambien es un show muy vibrante entre los dos actores. Yo creo que es una auténtica sorpresa en todos los sentidos. 

¿Hay algún mensaje que el espectador se pueda llevar tras ver la obra?

El espectáculo no trata de enviar mensajes, de aleccionar. Trata de que el espectador no solo pase un rato divertido sino que también saque sus propias conclusiones, que creo que es lo interesante del teatro. No tanto responder a preguntas sino lanzarlas y que sea el propio espectador quien reflexiona acerca de los temas que se le plantean en el espectáculo. Este espectáculo no solo habla de la corrupción política, que fue en un primer momento para lo que estaba diseñado sino que también habla de la deshumanización de la sociedad, la soledad del individuo, la brecha generacional entre padres e hijos... y todo eso desde un humor muy negro, muy sarcástico y en ocasiones muy absurdo.

¿Cómo llega a interpretar este personaje?

Es una obra escrita en el año 2011. Tanto Luis Bermejo como yo le encargamos a Cavestany un espectáculo que aborde la corrupción imperante en ese momento en este país. Años después lo hemos retomado y esa corrupción queda relegada a un segundo plano y se habla de otros temas que nos atañen a todos y que han cobrado mucho más sentido después de una pandemia y de dos crisis como las que hemos sufrido.En ese sentido no solo ha envejecido bien sino que ha cobrado un vigor y una actualidad. Nos apetecía mucho volver a visitar el texto y ponerlo en pie porque no estaba lo suficientemente explotado y tanto Luis Bermejo como yo teníamos ganas de volver a girar con el espectáculo del traje.

¿Cómo se han preparado Luis Bermejo y usted para interpretar sus personajes? ¿Qué hacen para convertirse en ellos?

Yo siempre digo que cuando los personajes están bien escritos el actor tiene mucho trabajo hecho y en este sentido los personajes estaban diseñados para cada uno de nosotros. Juan Cavestany nos conoce muy bien, hemos coincidido con el desde la época de Animalario y hemos coincidido en la television y en el cine, con lo cual conoce a la perfección cómo somos como intérpretes y había mucho terreno ya abonado. A eso se suma que los conflictos de cada uno son muy claros durante la función y había que estar atentos simplemente a las líneas escritas y a lo que nos pedía Juan desde la dirección y en la escritura.El teatro es un arte vivo y en cada función, el espectáculo va creciendo, igual que los personajes. No es tanto como el cine o la televisión, que lo ruedas y queda ahí para siempre. El teatro sí te da la posibilidad de crecer y enriquecer con matices y colores los personajes.

 A la hora de actuar, ¿En qué difiere hacerlo para la cámara o hacerlo para un público que tiene en frente?

Son mundos muy diferentes, primero porque el público te da una respiración y una vibración y una energía que la cámara no te da. La cámara puede ser una gran aliada siempre que te lleves bien con ella y en el caso del teatro una vez que se levanta el telón el intérprete es dueño del proceso creativo y no tanto así en el cine y la televisión, donde dependes de la sala de montaje y tu trabajo no es siempre el que tu puedas exponer, estás sujeto a una segunda escritura que es la del montaje. En cambio, en el teatro es algo en vivo y en directo que acontece una sola vez y cada función es diferente, cada público es diferente. Es lo mágico del teatro.

¿Usted dónde se siente más cómodo?

Me siento muy cómodo en cualquier disciplina. Antes no tanto, pero con el oficio y con el paso de los años me siento muy a gusto delante de la cámara. Pero puestos a elegir creo que el lugar natural del autor es el escenario y yo necesito esa gasolina, necesito subirme al escenario para sentirme actor, porque muchas veces delante de la cámara pierdes la perspectiva y esa te la da el público.

¿Conocía ya Pamplona? ¿Había trabajado aquí anteriormente?

A Pamplona y al Gayarre he ido con gran parte de los espectáculos en los que he trabajado. Sí conozco perfectamente ese teatro y al público de Pamplona y siempre es una alegría volver.

¿Y cómo es el público de Pamplona?

Es un público con muy buen paladar, porque el teatro siempre suele tener muy buenas programaciones y creo que aúnan diferentes géneros, con lo cual está muy educado, desde la comedia al drama y es un público en ese sentido muy selecto.

Usted vive en Madrid, ahora va a venir a Pamplona, imagino que estará moviéndose por diferentes ciudades, ¿Cómo lleva el tener que viajar y salir fuera de casa para realizar su trabajo?

Conciliar cada vez se hace más dificil, pero es lo que tiene el teatro, es muy sacrificado. También el cine y la televisión cada vez está más descentralizado y no solo se rueda en Madrid, se rueda en Cataluña, en Navarra, en País Vasco, en Galicia, en Canarias... en ese sentido antes uno tenía la posibilidad de estar más cerca de casa cuando rodaba cine pero ahora se ha convertido en algo que, al igual que en teatro, uno tiene que viajar.

Y del teatro es lo que tiene de sacrificado pero también lo que tiene de hermoso, que puedes llevar un pedazo de cultura a cualquier rincón del país. A pueblos más pequeños, mucho más alejados, donde el público no tiene la oportunidad de acceder cada semana a diferentes espectáculos, con lo cual a lo mejor tu espectáculo es el único que van a ver un trimestre, y eso también genera una gran responsabilidad y, en mi caso, me hace muy feliz poder ser un portador de cultura a cualquier rincón del país.

¿Tiene alguna manía o ritual antes de salir a escena en cada representación?

Yo las tengo todas. Padezco de TOC y soy muy supersticioso. En ese sentido el teatro es terreno abonado para mi enfermedad. Pero no solo yo, conozco a muchísimos compañeros y compañeras que son muy supersticiosos y maniáticos, o sea que no solo delante del espectador pero también entre bambalinas también estamos representando otra función.

Entonces me imagino que nada de ir vestido de amarillo.

No no no, en mi caso no. Aunque alguna vez he tenido que hacerlo. Recuerdo una obra de Shakespeare en la que iba de la cabeza a los pies vestido de amarillo por indicaciones del vestuarista y del director, pero huyo del amarillo y de todas las cosas que puedan suponer un mal fario en el escenario.