Influencias impresionistas, expresionistas o cubistas; experimentaciones con el bodegón, la geometría o los paisajes marinos; representaciones de puertas, cajas, ropa u objetos publicitarias con ánimo artístico. El universo creativo de Jesús Echeverría Burgoa se concentra en una muestra retrospectiva en el Palacio del Condestable, donde se exhiben algunos de los trabajos realizados durante más de tres décadas y que formaron parte de exposiciones programadas en Pamplona entre los años 80 y 2013. 

Jesús Echeverría Burgoa (Ondarroa, 1933 – 2022) es un caso de vocación tardía por el arte. Una lesión juvenil le aparta de la élite del fútbol (en equipos como Osasuna, Real Sociedad y Castellón) y es capaz de reconducir su vida hacia los estudios de arquitectura, que aplicará desde el mundo empresarial. Una afección cardíaca en la edad adulta, le hace bajar el ritmo y le lleva hacia el mundo del arte. Durante siete años, permanece aprendiendo el oficio de pintor en el taller del maestro y pintor Antonio Eslava en Pamplona. Al realizar su primera exposición, decide utilizar el apellido materno para firmar sus cuadros como Jesús E. Burgoa.

La concejala delegada de Cultura, Fiestas, Educación y Deporte, Maider Beloki, el artista y comisario de la exposición, Emilio Matute, y la hija del autor, Eunate Echeverría, han presentado esta exposición, que se podrá visitar en las salas 1 y 2 del Palacio del Condestable hasta el 17 de marzo. A lo largo de su trayectoria artística, Burgoa realizó más de una decena de exposiciones individuales, la mayoría de ellas en las diferentes salas de la Ciudadela. Esta muestra retrospectiva aúna obras que se expusieron entonces, con una serie inédita ‘Rocas’, con las que se comprueba la evolución de un autor vocacional y su compromiso con la creatividad y el estudio de la composición, el color y el trazo de sus dibujos.

Sus inicios y su giro expresionista

Las obras de su primera exposición, ‘Inicio’, allá por el año 1981 en la antigua sala de la CAMP de García Castañón, son los trabajos de un artista en ciernes que busca personalizarse. En estos cuadros iniciales domina ya una querencia por el mar y por el género pictórico del bodegón. Si en una primera época de aprendizaje, es el bodegón canónico el que destaca en su pintura, poco después su interés recaerá sobre bodegones de influencia cubista. Así, del espacio escenográfico preparado de antemano, irá hacia el espacio virtual, cuyas imágenes indican la importancia que va a tomar la estructura compositiva en las sucesivas exposiciones. 

Años después, en 1988, expone ‘Contrageometría’ en el Pabellón de Mixtos. Burgoa rompe de manera consciente la incompatibilidad entre estilos artísticos, entre razón y expresión. Al enfrentar los dos mundos, origina un contraste entre antagónicos: el orden geométrico y el desorden del expresionismo abstracto. Esa búsqueda desembocó en el imaginario ambivalente del mar, el mar de su infancia, que determinará una parte importante de su trayectoria artística. En los cuadros del mar no hay una visión posesiva de alguien que contempla el mar desde fuera, sino que su mirada es de marinero, una mirada inclusiva. 

En ‘Ritos de paso’, en 1996 en el Pabellón de Mixtos, aparece la representación de puertas. Es uno de los símbolos más apropiados para configurar los ritos de iniciación en las personas y tiene su correspondencia con la transición de un estado a otro, sea este físico o espiritual. La puerta indica un antes y un después de pasar. La acción va unida al tiempo y al espacio que se dejan atrás. El autor incorpora una visión mimética escalar respecto al modelo de referencia, los cuadros guardan una constante métrica de semejanza con el objeto de referencia. Las puertas se muestran apoyadas en el suelo y contra la pared, en acumulación, y dan la sensación que fueron extraídas de alguna excavación.

Los bodegones como protagonistas de su obra

Entre 1999 y 2005, Burgoa se atrevió a traspasar la tradición canónica del bodegón con tres exposiciones determinantes en su trayectoria que se pudieron ver en el Pabellón de Mixtos, el Horno y el Polvorín de la Ciudadela. En ‘570 Cajas’, ‘Almacén de Expediciones’ y ‘Contenedores y Ropas’, el objeto a representar es visto con absoluta frontalidad. Al eliminar cualquier atisbo de perspectiva, desaparece el fondo, el espacio plano del cuadro coincide con la cara frontal del objeto y sus límites materiales con las dimensiones del bastidor elegido. Por tanto, hay una similitud escalar. 

En ‘570 Cajas’, Burgoa elude los productos hortícolas y vegetales tan comunes en la tradición del género y se afianza en representar los objetos que dan carácter a las bodegas del puerto pesquero de Ondarroa, es decir, cajas de pescado. Emplea el elemento caja como metáfora del patrón de medida.

En ‘Almacén de expediciones’, los cuadros son empaquetados. Al quedar envueltos, adquieren presencia la madera y el fleje metálico. Burgoa se atreve a tomar el arte del objeto y unirlo al arte del concepto, cuadro con embalaje. Pero esta unión que toma el nombre irónico de ‘almacén’ esconde una transgresión y lanza al público a preguntarse cómo es posible que el objeto artístico quede embalado para depositarlo en un almacén fuera del disfrute particular o público.

En ‘Ropas y contenedores’, Burgoa sigue indagando en su particular visión del bodegón y se inspira en los contenedores de ropa, camino de la lavandería, que ha visto al salir del hotel próximo a su estudio. El autor mira la ropa y acerca al público a lo familiar, aquello que es cercano pero pasa desapercibido. Se trata de ropa desnuda de sus cuerpos, tomada en prenda de una en una, amasada en fardos que va depositando sobre la superficie del cuadro contenedor. 

Mirada al objeto publicitario

‘Productos’ fue la última exposición de Burgoa, en 2013 en el Polvorín de la Ciudadela. El artista toma como modelo el objeto publicitario. Se interesa por la figura de los objetos y la figura rectangular del papel donde van incluidos. En unos, el objeto permanece dentro del encuadre publicitario, en otros, el objeto se escapa y queda recortado sobre el cuadro. La imagen prevalece sobre la palabra y los objetos que se anuncian dan la sensación de haber sido recortados para saltar dentro y fuera de los rectángulos. 

Por último, se exhiben las creaciones de su serie ‘Rocas’, nunca expuesta. Se concibe como un viaje íntimo donde la mirada se hace introspectiva y busca el refugio atemporal de la infancia en su pueblo natal de Ondarroa. Las rocas del Cantábrico eran el lugar de juego idóneo para un niño que amaba el mar. En su último juego se despoja de la mayoría de los recursos materiales que enriquecen los cuadros. Desde la austeridad como medio de expresión utiliza los dos colores de máximo contraste y mayor sobriedad, blanco y negro, con los que va a organizar la composición.