Punto de Vista, Festival Internacional de Cine de Navarra, celebrará su 18ª edición entre los próximos 11 y 16 de marzo. Con 65 proyecciones y otras actividades previstas, el director artístico del certamen, Manuel Asín, comparte algunas de las claves de la programación de este año, la tercera que diseña en colaboración con su equipo.

El festival cumple 18 años ¿se siente, de alguna manera, heredero de lo realizado hasta ahora y, a la vez, responsable de continuar con este legado?

Sí, esa es una dinámica muy importante. Punto de Vista tiene un legado muy especial y uno de siente invitado a cuidarlo. Al mismo tiempo, siempre es necesario revitalizar los proyectos, darles nuevas perspectivas... Es inevitable y, además, se renueva periódicamente. Todas las direcciones artísticas hasta ahora han sido distintas y el equipo también.

¿Cuál diría que es el sello de Manuel Asín y de su equipo en las tres ediciones que ha programado hasta la de este año?

Deberían ser otro los que lo dijeran porque tendrían una perspectiva mejor. Diría que programamos un festival en el que cineastas y programadores tienen mucha presencia, pero a la vez también queremos que se escuchen otras voces. Nos parece muy importante el propio público y por eso generamos actividades de reflexión, de diálogo y coloquios en formato extendido, porque creemos que, más allá del culto a las personalidades, que es inevitable, son las perspectivas externas las que pueden iluminar las cuestiones que abordan las películas. Estamos intentando generar espacios de reflexión colectiva, por ejemplo, a través de los focos que viene haciendo Miriam Martín.

En Golem Yamaguchi.

Sí, y la decisión de que tengan lugar en Golem se debe a que queremos que sea un espacio familiar para el público de la ciudad que acude a esas salas frecuentemente, pero que se va a encontrar con películas muy distintas a las que acostumbra a ver en este espacio. Y, siempre, con el intento de huir de todo elitismo y convencidos de que el diálogo que se pueda dar allí va a ser enriquecedor para todos los públicos, incluidos aquellos que, tal vez, no sean muy aficionados al cine o a los eventos culturales.

La dirección artística de Punto de Vista suele ser de cuatro años, así que el que viene sería su última edición, ¿tiene la sensación de que le falta tiempo para hacer cosas que quiere hacer?

Es un poco inevitable, porque por mucho que desde el principio tuviera un plan a cuatro años y que hubiera cosas muy pensadas, la última edición tiene algo de eso que señala. Pero intentaremos que sea una edición sólida. Todas las ediciones implican renuncias y eso es algo con lo que tenemos que contar siempre.

Da la sensación de que este año el festival es algo más pequeño, y quizá por eso más accesible y asequible.

Sí, este año hemos hecho un ejercicio de intentar la calidad por encima de la cantidad. A una escala muy pequeña, porque realmente hemos reducido muy poco, de manera casi quirúrgica, pensando en que las parrillas respiren más, haya más tiempo, estemos todos más a gusto y, si puede ser, que los que hacemos el festival tengamos tiempo de ir a alguna sesión (ríe). Nos parece muy importante pensar en Punto de Vista como un lugar de encuentro de personas. Para eso, las condiciones tienen que ser relativamente relajadas.

¿Algo que no debería perderse nadie?

Lógicamente, no voy a señalar nada de Sección Oficial, aunque hay varias películas que tienen este carácter. Este año hemos puesto en marcha unos itinerarios y, justamente, uno de ellos se llama Acércate a Punto de Vista, que quiere ser una propuesta de seis sesiones que consideramos claves por distintos criterios. En algunos casos tiene que ver con la experiencia de alguien que viene por primera vez, para que tenga una visión lo más completa posible del festival, pero también hay algún título más específico que creíamos necesario incluir porque pensamos que cualquier persona que lo vea quedará atrapado.

En el itinerario que cita figura una de las películas del ciclo 'Cerca de los árboles'.

Sí, y creo que tiene que ver con una cuestión que cada vez nos preocupa más y no puede ser de otra manera por la situación medioambiental. Este ciclo en general es excepcional por las películas programadas por Miriam Martín y por los coloquios que se generan después de las proyecciones. Cualquier sesión de este ciclo merece la pena, pero, por destacar una, diría la primera, El cerezo de flores grises (Usuzumi no sakura), de la cineasta japonesa Sumiko Janeda. Gira en torno a la comunidad que consigue congregar un árbol, el cerezo, que para Japón es muy importante. Y, además, el pase coincidirá con este momento del año en que la floración de los cerezos y de los prunos da comienzo en Pamplona.