"Reivindico la literatura popular; es la que me ha fabricado como escritor”. Así lo ha afirmado Pierre Lemaitre durante la entrevista-encuentro que ha protagonizado a primera hora de la tarde del jueves 14 de marzo, primer día del XXVI Congreso de Librerías que se celebra en Baluarte.

El escritor francés, uno de los autores europeos más relevantes del momento, acaba de publicar en castellano El silencio y la cólera (Salamandra), la segunda entrega de Los años gloriosos, dedicada a retratar parte de la historia del siglo XX del país galo. El inicio de esta serie en 2023 supuso el cambio de registro del autor, que hasta entonces era conocido sobre todo por sus novelas policíacas, con títulos como Irène o Verhoeven, y que en 2013 ganó el Premio Goncourt por Nos vemos allá arriba.

A su paso por la reunión profesional de libreras/os, Lemaitre no renegó en absoluto de su condición de best-seller. “Reivindico la literatura popular, es la que me ha fabricado como novelista. Yo escribo para las personas”, aseguró, y defendió la creación de situaciones y personajes “radicales”, “casi caricaturescos”, para que “los lectores se enganchen a ellos; para que los amen o los odien”. “Yo los necesito para generar contrastes, no hay que tener miedo de hacerlo. Mi trabajo es provocar emociones, a través de las cuales, los autores mostramos nuestra visión del mundo y las personas que nos leen modelan la suya”. “No tendríamos Los Miserables sin Javert”, agregó.

Cómo nacen los personajes

Consciente de tener “reputación de ser malo con mis personajes”, lo cual admitió como “cierto”, Lemaitre puso como ejemplo a Sophie, la protagonista de la fascinante Vestido de novia. “Cuando la estaba escribiendo, no me convencía la forma y, conforme trataba de entender la causa, me di cuenta de que me gustaba mucho el personaje y que, por lo tanto, evitaba que le pasaran muchas cosas malas”. Por eso “hay que radicalizarlos, también las situaciones”, porque “tenemos que llegar al corazón y a las entrañas de los lectores”.

Lemaitre, que mostró ante el auditorio un buen manejo de la ironía, ahondó en los caracteres. “Resulta muy interesante ver cómo nace un personaje”, dijo. Utiliza dos vías. Por un lado, “están los que necesito para contar la historia”, y, en ese caso, “necesito saber todo de ellos, hasta el último detalle”. “Otros son los que no ocupan el primer plano”, de los que no requiere tanta información. “Espero a que llegue la escena en la que van a salir y lo pienso entonces”, comentó. Sin embargo, en algunas ocasiones le sorprenden, como la Geneviève de la serie Los años gloriosos, “a la que en realidad no necesitaba”. “Pensé en una mujer ni guapa ni inteligente, pequeña, con la manicura perfecta y pasos pequeñitos”, reveló. Y siguió: “No sabía si era buena o mala idea y, en estos casos, para resolverlo suelo imaginarme la evolución del personaje, si contribuirá a la historia o más bien la arruinará”. Así, Geneviève, “que nació de forma accidental”, adquirió una entidad “importante”.

"Me di cuenta de que escribiendo novela histórica estaba más feliz de lo que nunca había estado antes escribiendo novela negra"

Los trucos del oficio

Sobre el “oficio”, el autor dijo, en serio, aunque con cierta ironía, que todos los escritores “mentirán si les preguntas cómo trabajan”. Y relató una anécdota de cuando cursaba estudios de Psicología. “Entonces a un grupo nos empezó a interesar la inteligencia artificial y saber cómo una máquina podía jugar al ajedrez contra una persona”. Así que preguntaron a varios jugadores por sus trucos y herramientas. “Nos hablaban del primer y del segundo movimiento, pero, al llegar al tercero, no sabían explicarse y eran incapaces de darse cuenta de cómo jugaban”, continuó Lemaitre, que trazó un paralelismo con los escritores. “No somos maestros de ajedrez, pero usamos tantos elementos, la escucha, la observación, el contexto histórico, la estructura, la creación de personajes principales, secundarios, terciarios, y de la relación entre ellos... que cuando me siento a trabajar soy como el piloto de un Boeing ante un complejo cuadro de mandos”, apuntó.

Lemaitre, en un momento del encuentro, que condujo el librero Xavi Vidal, de la librería Nollegiu de Barcelona. Iban Aguinaga

Los episodios franceses

Sostuvo también Lemaitre que cuando escribió El ancho mundo, primera de Los años gloriosos, no pretendía cambiar de género. “Quería escribir una novela negra ubicada al final de la Primera Guerra Mundial, con un criminal y víctimas, pero cuando iba por las 50, las 70 y las 100 páginas veía que no funcionaba”. Entonces comprendió que esta historia “no tenía el ADN de una policíaca”, y, ante esa tesitura, debía “decidir entre buscar otra o quedarme con esta”. “Y me gustaban mucho el personaje y el período”. Además, a medida que avanzaba, “me di cuenta de que escribiendo novela histórica estaba más feliz de lo que nunca había estado antes escribiendo novela negra”. Así que “no miré atrás”.

En esta nueva saga, el autor repasa la historia del pasado siglo en Francia, y descubre episodios poco conocidos. Como el de la represión a los médicos que practicaban abortos tras la Segunda Guerra Mundial (El silencio y la cólera), “que fue mucho mayor que durante la guerra bajo el gobierno del mariscal Pétain. “No lo sabía y comprobé que mi idea no coincidía con la realidad; creía que Francia en los 50 y 60 era más progresista, pero fue un período completamente reaccionario”, señaló.

 Algunos préstamos

Con esta serie, Lemaitre se convierte en un cronista al estilo de los grandes escritores franceses o incluso de Pérez Galdós y sus Episodios Nacionales. “Yo hago como todos, tomo prestadas algunas cosas y luego construyo mi historia”, reconoció. En concreto, de Émile Zola ha tomado la idea de la dinastía familiar; de Pérez Galdós, “su realismo irónico”, y de Balzac, “el hecho de crear un personaje secundario que en una novela es parte del decorado y en la siguiente se convierte en protagonista”. Eso sí, medio en broma, medio en serio, indicó a las/os libreras/os presentes en la sala que “pueden decir a los lectores y a las lectoras que es muy posible leer –y comprar, claro– las novelas de manera independiente”. “Me he esforzado mucho para que así sea”. terminó.