Nuestra primera teoría es que estaban esperando cualquier pifia de Alfonso Pérez para quitarle el nombre del campo, porque mucho estadio de Primera es ése para tan poca carrera futbolística. La segunda, que no hacía falta recurrir a su machismo, porque bastaba y sobraba con eso de que “obligaría a las jugadoras y a Guardiola a besar la bandera española”, que tiene un tufo totalitario que tira de espaldas. Y la tercera, que se podrá discutir sobre lo que dijo –mucho peor el tonito de desdén que los argumentos en sí–, pero vaya torpeza la de sus excusas posteriores: “No tengo nada en contra de las mujeres. Tengo una madre, una esposa y una hija”. Un clásico que hicieron famoso los homófobos con aquello de que tenían “un amigo homosexual”. Ojalá, señoro Pérez, fuera tan fácil como tener madre para no ser machista, porque nos habríamos ahorrado un buen problemón.