Los últimos cinco años han servido, por fin, para contener una desigualdad salarial que se había desbocado tras la crisis de 2008. Una mezcla de factores, entre los que destacan la intensa creación de empleo, la creciente escasez de mano de obra y medias políticas como la subida del SMI y la reforma laboral han permitido que los sueldos más bajos crezcan en Navarra a mayor ritmo que los sueldos elevados. Y todo ello a pesar de que los datos de la Comunidad Foral no son especialmente brillantes ni en creación de empleo ni sobre todo en remuneraciones. 

De hecho, Navarra es, según la Encuesta de Deciles de Salarios de la EPA, la Comunidad donde menos crece el salario medio en los últimos cinco años y la segunda con peores datos de la última década. Un reflejo del tipo de empleo que genera la comunidad en el sector privado, con una cierta concentración en los sectores industriales que peor pagan (como la industria agroalimentaria del sur de la Comunidad Foral) y en servicios de bajo valor añadido, así como del elevado peso de las jornadas reducidas. Y se traduce en que la remuneración media ha crecido menos de un 5% desde 2017, frente a un incremento medio próximo al 13% en el conjunto del país y del 15% en la Comunidad Autónoma Vasca, donde se crea menos empleo, pero los sueldos crecen mucho más. 

El asunto arranca de lejos. Y si se amplía el foco a la última década, el resultado es prácticamente el mismo. En este periodo, solo en Aragón, los salarios se han comportado peor que en Navarra, que es ya la cuarta comunidad en el ranking salarial, tras ser superada por Baleares y con Catalunya pisándole los talones. Hace 15 años, Navarra empataba con Madrid en la segunda posición, a solo 80 euros de la Comunidad Autónoma Vasca, de la que le separan ahora más de 250 euros. 

Una evolución que, más matizada, se puede apreciar también en otras series estadísticas que valoran los salarios, como la Encuesta de Estructura Salarial. Navarra se aleja de las dos comunidades con retribuciones más elevadas en un momento en el que la economía se debilita y amenaza con quedarse plana en los próximos trimestres.

La pérdida de pujanza que muestra la Encuesta de Población Activa no es ya una casualidad ni un mero efecto estadístico. Sino más bien el reflejo de cuestiones más complejas, no siempre negativas, pero que muestra una Navarra sin el dinamismo ni el vigor económico de otros momentos de su historia. 

Datos de empleo poco brillantes

Se aprecia últimamente incluso en los datos del mercado laboral, uno de los puntos fuertes del la comunidad. La creación de empleo se ha sostenido en los últimos años en el ensanchamiento de la administración pública, que incorpora trabajadores a un ritmo muy superior al de la empresa privada. Pero ni siquiera este incremento del gasto ha logrado evitar que Navarra haya pasado de ser la comunidad con menor tasa de desempleo a ocupar una discreta sexta posición de manera ya reiterada en las últimas oleadas de la Encuesta de Población Activa. 

La misma tendencia se deja sentir ya en otro de los indicadores empleados para medir la prosperidad de los territorios. El PIB per capita, que no deja de ser la división entre el Producto Interior Bruto de un país y territorio y su número de habitantes, también ofrece señales de debilidad. O por lo menos de pérdida de ventaja respecto al resto de comunidades: si en el año 2000, la renta per capita de Navarra era la segunda del país y un 27% superior a la media, hoy es la tercera, con los perseguidores avanzando más rápido, pero todavía un 22% superior a la media, según los datos de 2021. 

Pocos servicios tecnológicos

No hay un solo motivo que explique esta peor evolución salarial de Navarra, que no ha crecido significativamente menos que España en la última década o en el último lustro y que ha creado más empleo que otros territorios vecinos. La industria se encuentra en máximos de ocupación, pero sus salarios varían mucho en función de la actividad concreta: no es lo mismo la automoción o la farmacia que la agroalimentación, una de las actividades más dinámicas, pero sujeta a la estacionalidad y con salarios por debajo de la media.

El escaso peso de los servicios de alta tecnología, que apenas facturan unos 370 millones de euros al año (diez veces menos que en la CAV, con un PIB 3,5 veces superior) o cinco veces menos que en Aragón (1,8 veces el PIB navarro) ayuda a entender esta atonía. Se trata en muchos casos de actividades innovadoras, que requieren de personal especializado y que pagan altos salarios. Las manufacturas siguen pesando y garantizando mucho empleo, contribuyen asimismo al equilibrio territorial de una comunidad en general poco poblada, pero no aseguran hoy los sueldos de hace unos años. Y Navarra carece, de momento, de una base relevante de empresas de alta tecnología, que se ubican sobre todo en Madrid, Catalunya, Málaga o Euskadi, cuya industria invierte además mucho más que la navarra en innovación y desarrollo de nuevos productos.  

Impulso a los sueldos bajos

La Encuesta de Deciles de Salarios refleja, además de la evolución de los salarios medios, su comportamiento por tramos, al ordenar a todos los asalariados de España según la cuantía del salario mensual percibido y dividirlos después en 10 grupos iguales. En cada decil se ubican, por tanto, el 10% del total de los trabajadores del país. 

Los datos de Navarra muestran, por un lado, que la mayor parte de los asalariados se encuentra en los deciles superiores, con remuneraciones más altas que la media española. Y confirman asimismo el impacto de dos medidas políticas muy discutidas: las continuas subidas del Salario Mínimo Interprofesional en los últimos cinco años y la reforma laboral de 2022.

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Ambas parecen haber impulsado a las categorías salariales más bajas, que acumulan incrementos salariales de hasta el 44% en los últimos años en la más baja de todas. En realidad, los salarios suben en casi todos los tramos entre 200 y 250 euros, con la única excepción de los más elevados, que crecen por pura inercia más de 400 euros al mes en cinco años. Pero en términos porcentuales el alza es mucho más relevante para las remuneraciones más modestas.  

A estos incrementos ha contribuido asimismo la falta de mano de obra en actividades como la hostelería o el sector primario, cuyos empresarios se han visto impelidos a subir sueldos y ajustar márgenes. Y también la última reforma laboral, que ha contribuido a sacar de la temporalidad a miles de personas, parece haber ayudado a los tramos más modestos. Al pasar a ser indefinidos, muchos trabajadores han visto cómo pasaban a trabajar más horas y veían incrementada su retribución final.