Águeda –nombre ficticio para proteger su identidad– se caracteriza por ser una mujer precavida y esa forma de actuar en la vida también la aplicó para interesarse por su jubilación. “Quería hacer de manera correcta el papeleo y que no hubiera ningún problema”, cuenta.

En 2022, con 63 años comenzó a llamar a la Seguridad Social para solicitar una cita para que le asesoran sobre su futuro retiro. Coincidió con la saturación del organismo por la falta de personal para atender al público. “Había días que incluso me despertaba de madrugada, igual a las tres, e intentaba reservar una cita”, detalla.

Por cercanía a su domicilio, prefería ser atendida en las oficinas de Pamplona; pero finalmente logró en las instalaciones de la Seguridad Social en Tafalla.

"Si la Seguridad Social me hubiera comunicado en enero de este año que no puedo jubilarme, yo habría continuado trabajando”

Águeda desarrollaba dos trabajos, una como fija discontinua durante tres horas en una empresa que ofrece servicios a comedores escolares; y en otra, con un contrato de cinco horas para tareas de limpieza. Debido a su perfil de fija discontinua –quien trabaja una parte del año a jornada completa o parcial y otra parte del año no desarrolla actividad y puede compensar esa situación con la prestación por desempleo–, la funcionaria que se ocupó de Águeda le informó de que el precálculo de su jubilación tenía que realizarse de manera manual desde Madrid.

La notificación

El año pasado –antes del 1 de octubre de 2023– Águeda recibió notificación de la Seguridad Social en la que le indicaba que podía jubilarse el 5 de febrero de 2024 con el 100% de su pensión. A medida que se aproximaba la fecha y siendo fiel a su prudencia, concretó un nuevo encuentro con la Seguridad Social, que esta lo fijó para el lunes 29 de enero de este año.

Una vez más, el personal que trató a esta fija discontinua confirmó que podía jubilarse el 5 de febrero con la pensión completa.

La Seguridad Social le dijo que tenía que regresar un día después para ratificar su decisión, y así lo hizo. En la misma entrevista, la técnica indicó a Águeda que ya podía avisar a las dos empresas en las que desarrollaba su actividad que iba a causar baja por jubilación –una salida que no supone ninguna indemnización ni paro, ya que va a recibir la pensión–.

Un correo electrónico

“Como me comentaron que tardarían algunas semanas en abonar la pensión, yo esperé, hasta que el 14 de marzo abrí un correo electrónico de la Seguridad Social”, recuerda Águeda. 

Al leer aquel e-mail se produjo la sorprendente noticia: “Me comunicaba la Seguridad Social que había denegado la jubilación anticipada. No entendía nada, ya que nunca había pedido la anticipada. Volví a las oficinas de la Seguridad Social para reclamar explicaciones”, relata.

Le recibió la misma persona que le confirmó en enero que podía retirarse. Esta funcionaria consultó el caso con la directora, y obtuvo una explicación desoladora para Águeda: hubo un error y, efectivamente, con el cambio de normativa de contabilizar las jornadas parciales como completas se había modificado la fórmula de cómputo de los años cotizados, y por eso no podía jubilarse. “Empecé a llorar, ya que en un abrir y cerrar de ojos me encontré sin jubilación, sin trabajo y sin paro con 65 años”, cuenta.

"Me eché a llorar porque en un abrir y cerrar de ojos ya no tenía trabajo, ni en la empresa de servicios a comedores ni en la de limpieza"

La directora de la oficina confirmó a esta afectada que habían registrado algún caso semejante y llamó a las dos empresas en las que trabajaba Águeda para que la volvieran a contratar, pero ya habían encontrado sustitutos para esos dos puestos.

Volver al mercado laboral

Uno de los hijos de Águeda comenzó a ayudar a su madre para buscar un empleo, y finalmente la empresa que la tenía contratada anteriormente como fija discontinua la reincorporó. “Estoy muy agradecida”, remarca. Además, ha conseguido un empleo para limpiar zonas comunes de comunidades de vecinos este verano. “Hace unos días tuve otra entrevista de trabajo”, recuerda.

Al mismo tiempo que Águeda ha actuado con celeridad para regresar al mercado laboral, ha dejado su caso en manos de un abogado laboralista. “Me estoy asesorando, porque ahora mismo desconozco cuánto tiempo tengo que seguir cotizando. Si la Seguridad Social me hubiera comunicado en enero de este año que no puedo jubilarme, yo habría continuado trabajando”, resalta.

Águeda ha querido contar su testimonio para advertir de lo que está ocurriendo con el cambio de normativa, y para que no le suceda a nadie más.