De todos los ríos de tinta y horas de tertulias que ha dado de sí el anuncio de Xavi de que se va del Barça, nos quedamos con una sola frase: “El problema no está en el equipo sino en el club”. En el arruinado club. Podrá pasar por ese puesto hasta el sursuncorda, que poco hará sin jugadores. Con una plantilla B no se ganan torneos A. Y como un club con ese pedigrí no puede aceptar una lenta travesía por el desierto, hasta volver a llenar sus arcas, su banquillo seguirá siendo un potro de tortura para el que se atreva a sentarse en él, porque le exigirán títulos y protagonismo como si siguiera siendo un gran club, algo que en estos momentos no es. Es tan duro admitir que se ha bajado uno o varios peldaños en el ránking que muchos aficionados y buena parte del entorno no lo hace. Y pide resultados imposibles. Y, al no lograrlos, llega la frustración. Y que se vaya ése a la mierda, que nos ha decepcionado, y que pase el siguiente. Bucle infernal.