Cuando un usuario de Internet hace una búsqueda sobre ‘Sunset Cliffs’, es probable que se encuentre con resultados de lo más variopintos, como un complejo hotelero ubicado en Benidorm. Para Ane Basurko (Donostia, 41 años) no admite lugar a dudas: hace referencia al parque natural que se encuentra en San Diego, junto al Pacífico, y donde suele surfear su ola favorita. Cliff es también el nombre que ella y su pareja, Griffin, le han puesto a su primer hijo en común. En el momento de la entrevista ambos se encuentran en la costa oeste estadounidense, disfrutando de los placenteros tópicos de California: sol, surf y playas paradisíacas. 

Por primera vez, el viaje incluye un nuevo miembro en la familia. Ane confiesa que le está costando ponerse las pilas después de haber dado a luz. Cabalgar las olas en estos primeros meses de maternidad se le está complicando más de lo previsto. “La vuelta [al agua] está siendo muy dura”, afirma por teléfono. A la multitud de cambios a los que hay que acostumbrarse en el periodo posterior al parto, se le suma la pérdida de la masa muscular durante la lactancia. “Todo me cuesta mucho más y cada vez que salgo del agua tengo agujetas. Me tengo que redescubrir de una manera en la que no me reconozco demasiado”, lamenta. Además, en su caso cuenta con el hándicap de que ha sido operada en dos ocasiones del ligamento cruzado. El esfuerzo que debe hacer es mayor. 

Ane Basurko surfeando Cedida

Descubrió el surf con 12 años, cuando veraneaba en Hendaia con sus padres. Consiguió ponerse de pie sobre la tabla. En la adolescencia no encontró a otras amigas con las que lanzarse a las olas de la Zurriola. Y lo dejó. Más bien, se quedó en barbecho un largo tiempo. Hasta que se reenganchó al surf en un viaje a la isla de La Reunión cuando tenía 20 años. Desde entonces, cada excursión por el mundo (Bali, Indonesia, Marruecos) se convirtió en una excusa para practicar su deporte favorito. Libertad. Naturaleza. Viajes. El surf nunca se ha convertido en su profesión, pero sí en un estilo de vida que le ha acompañado hasta ahora. Logopeda durante diez años en la Policlínica Gipuzkoa, Basurko trabaja en la actualidad en una céntrica pensión en el barrio de Egia. 

Ane Basurko con una tabla de surf en la cabeza Cedida

Valores

De la práctica del surf destaca sus valores medioambientales y saludables. “Por otro lado, te conecta con el presente. A mí, que la cabeza me va muy rápido, me calma y me centra. Físicamente es muy exigente y, al mismo tiempo, maravilloso”, cuenta. Cuando estaba embarazada le recomendaron que a los tres meses dejase de adentrarse en la playa. Ella hizo surf durante seis meses. Su imagen mostrando su barriga embarazada en la Zurriola se volvió habitual. “Los médicos suelen ser súper conservadores con todo lo relacionado con el embarazo y te dicen que no hagas esto ni lo otro. Dependiendo del estado del mar decidía si entraba al agua o no. Hasta los primeros seis meses físicamente me encontraba muy bien”, explica Basurko. “Surfear así fue una experiencia súper bonita”, recuerda. 

Por aquel entonces le sacaron una foto sujetando un botellín de una kombucha de una manera un tanto acrobática. Tiene una explicación. Resulta que Griffin elabora esta bebida, que cuenta cada vez con más adeptos y productores, a través de la marca donostiarra Mucha Kombucha. “Son ingredientes orgánicos y están hechas de manera artesanal con los mejores productos. A mí me encanta, pero qué te voy a decir yo”, ríe Basurko. La kombucha, una bebida fermentada de ligero sabor ácido que se prepara con té, es tremendamente popular en la cultura del surf. Lejos han quedado los excesos y las interminables fiestas nocturnas con que se les asociaba a los surfistas en décadas anteriores.  

Ane Basurko surfeando Cedida

Vida saludable


Curiosidad y concienciación. Yoga, meditación, cuidado del medio ambiente, sensibilización en torno al uso del plástico, desarrollo y cuidado personal… Hablar con Basurko sobre surf es también hablar de conciencia ecológica y bienestar. 


Cocina energética. Además de practicar idiomas, se declara una ferviente seguidora de la cocina energética. “Consiste en extraer lo mejor de cada alimento”, resume. Defiende la cocina sana, sin gluten ni azúcar, “pero que sea deliciosa”.