El ejército ucraniano está incrementado la presión en el frente sur, especialmente en la región de Zaporiyia, y en la anexionada península de Crimea, a la espera de la llegada de la primera partida de tanques estadounidenses Abrams.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, vuelve de su gira por EEUU y Canadá, donde recibió dos paquetes de asistencia militar por valor de más de 800 millones de dólares e instructores canadienses para los cazas F-16.

Mientras, según el proyecto de presupuesto para el próximo año, el Kremlin tiene previsto incrementar en dos tercios el gasto en defensa en 2024.

Abrams a la vuelta de la esquina

Después de meses de espera, el presidente de EEUU, Joe Biden, prometió que los Abrams llegarán ya la próxima semana a Ucrania.

Según el jefe de la inteligencia militar ucraniana (GUR), Kirilo Budánov, el ejército no tiene intención de utilizarlos en el marco de su actual contraofensiva, ya que los blindados son presa fácil para los drones suicidas y los campos de minas.

Además, explicó que Kiev ha aprendido la lección después de haber sufrido un duro revés al comienzo de la actual ofensiva en junio, por lo que ahora las unidades motorizadas sólo son empleadas para transportar o evacuar tropas.

"Los Abrams hay que usarlos para operaciones muy concretas y muy bien preparadas, ya que si los despliegas en la vanguardia no sobrevivirán en el campo de batalla por mucho tiempo", resaltó.

Aunque oficialmente el paquete de ayuda estadounidense no incluye los ansiados misiles de largo alcance ATACMS, la cadena NBC informó de que Biden sí garantizó "una pequeña cantidad" a Zelenski, aunque sin precisar plazos.

Los ATACMS tienen un alcance de unos 300 kilómetros, cerca de 64 kilómetros más que los misiles franceses SCALP y los Storm Shadow ingleses, ya no digamos que los sistemas HIMARS estadounidenses, cuyo alcance ronda los 80 kilómetros.

Aunque los medios precisaron que los ATACMS que reciba Kiev presentarán alguna modificación, esos misiles le permitirán golpear la retaguardia rusa.

Todos los caminos llevan a Tokmak

Por si había alguna duda, el comandante del grupo operacional Tavria, Oleksandr Tarnavski, dejó claro en declaraciones a la CNN que "el objetivo mínimo" de la contraofensiva es Tokmak, bastión estratégico cuya conquista permitiría iniciar la ofensiva contra Melitópol, la principal ciudad al sur de Zaporiyia.

Melitópol, uno de los símbolos de la ocupación rusa, es la puerta para avanzar hacia la frontera con Crimea.

Los altos mandos ucranianos insisten en que el "general invierno", es decir, el barro y la nieve, no debería ser un problema insalvable, ya que sus unidades están avanzando a pie con la ayuda de destacamentos de desactivación de minas.

Tarnavski también destacó que las fuerzas ucranianas han logrado poner una cuña en las defensas rusas en Verbove, ocupada por el enemigo desde el comienzo de la campaña en febrero de 2022, aunque se desconoce la magnitud el avance.

"Lo importante es no perder la iniciativa", dijo.

En su reunión con la prensa estadounidense, Zelenski adelantó que Kiev se propone desocupar Bajmut (Donetsk) y "un par de ciudades más", pero se negó a especificar a cuáles se refería.

Para impedir que las tropas ucranianas pongan sus botas en Tokmak, localidad de poco más de 30.000 habitantes antes de la guerra, Moscú habría enviado a 10.000 efectivos como refuerzo a la zona de Robotine.

Objetivo Crimea

Mientras avanza hacia el mar de Azov, el ejército ucraniano no pierde de vista a Crimea, escenario de ataques casi diarios las últimas semanas, cada cual más atrevidos.

Las autoridades del puerto de Sebastopol, sede de la Flota del mar Negro, tuvieron que suspender hoy el tráfico marítimo debido a la amenaza de los misiles ucranianos, uno de cuyos fragmentos cayó el sábado cerca de uno de los muelles al norte de la ciudad.

El puerto crimeo ya fue el viernes objeto de un ataque ucraniano con misiles contra el cuartel general del Estado Mayor de la Flota del Mar Negro, cuyo edificio resultó dañado.

Al respecto, Budánov aseguró hoy que en dicha operación murieron al menos nueve personas y otras 16 resultaron heridas, entre los que figurarían dos generales, incluido Aleksandr Romanchuk, comandante de las fuerzas rusas en Zaporiyia, que estaría "muy grave".

La portavoz del Mando Sur del ejército ucraniano, Natalia Gumeniuk, advirtió a Moscú de que "objetivos como ese hay muchos".

"Habrá más y más sorpresas para ellos. Y no tienen ningún antídoto contra ello", afirmó.