Repensar los espacios urbanos adaptados a los coches, lograr que ninguna persona sea “expulsada” del espacio público y acabar con un tráfico motorizado violento e inhóspito. Fue el objetivo que se marcó hace 20 años el alcalde de Pontevedra, cuando casi nadie creía en la movilidad sostenible. Hoy, el 90% de los traslados de esta ciudad gallega se dan en pie o en bicicleta. Al igual que otras ciudades cercanas como Vitoria, Pontevedra es un referente indiscutible en materia de movilidad sostenible. Potenciar trayectos a pie, disminuir el tráfico de coches y recuperar el centro histórico y el comercio local, objetivos que ahora se quieren ampliar a toda la ciudad, se lograron a través de dos medidas claves: estrechar las calles, que se transformaron en peatonales o espacios verdes, y abrir estacionamientos gratuitos en las afueras de la ciudad. Pamplona está lejos todavía de ser una ciudad que aporte soluciones innovadoras no sólo en la tarea de descarbonizar la movilidad, también en la mejorar la fluidez y seguridad de sus calles con una limitación efectiva del tráfico rodado. Los expertos en movilidad apuntan al menos cuatro retos para revertir esta situación en Pamplona y su Comarca: conseguir que la catalogación de ‘ciudad 30’ sea real con un calmado de tráfico efectivo, favorecer una conectividad sostenible con una malla de carriles bici en todas las principales arterias para moverse por todo el anillo comarcal (entre diferentes barrios y municipios), y la extensión del servicio de bici eléctrica a toda la Comarca, un sistema que se ha demostrado efectivo y práctico para todo tipo de públicos. Medidas que deben acompañarse de otras dirigidas a la potenciación del transporte público sobre todo para moverse a los centros de trabajo en los polígonos industriales; la creación de aparcamientos disuasorios en las entradas a la gran ciudad, y homogenizar las diferentes normativas de movilidad en los municipios de la Comarca. Soluciones que requiere que las políticas de movilidad se coordinen de algún modo al igual que la MCP ahora asume el agua, los residuos o las villavesas. La movilidad y el urbanismo forman un binomio inseparable. Lo hemos visto por ejemplo en el resultado de nuevas urbanizaciones como Lezkairu o Erripagaña no pensadas precisamente en el peatón. Como ya nadie discute que Pío XII o la avenida Bayona hayan mejorado con la amabilización de estas vías o que la peatonalización de Carlos III o Martín Azpilicueta hayan supuesto la mejora de la calidad de vida de vecinos y comercios. Los dicen quienes allí viven.