al palestino Sayed Kashua a menudo le preguntan por qué escribe en hebreo y cómo se lo toman los árabes, a lo que él suele contestar con un maridaje de tristeza y retranca: “As always, with celebratory gunfire”. Supongo que Borja Sémper también andará oyendo el júbilo de los disparos al aire tras sorprender a los suyos con tres frases vascas. Su intento de convencer al españolismo de que no pasa nada por teñir levísimamente de color el Congreso, tirando incluso de lo emocional para constatar que es posible ser gente de bien y no obstante parlar raro, su intento, digo, ha sido en vano. En el diario Kafka menciona la paradójica confesión de un artista praguense: “Como se habrá percatado, yo hablo todas las lenguas, pero en yiddish”. En la España sin complejos hable usted lo que le plazca, pero en español.

Por desgracia, así nos hurtan la opción de un debate sereno. Bajo una ducha de escupitajos resulta difícil buscar matices. En el fragor de un after no hay quien pida menta poleo. Yo, por ejemplo, que estoy más bien a favor del uso del euskara en Madrid, dudo mucho de su viabilidad en Bruselas. Claro que, si en vez de argumentos civilizados ofrecen un combate agrio de apriorismos, y si en lugar de un contertulio presto a escuchar me llama aldeano cualquier cosmopaleto, de qué cojones voy a discutir, con qué espíritu voy a empatizar. Lo humano es que me repliegue, me erice y me enroque en mis razones, por muy blandas que sean. De modo que pierde todo el mundo salvo los columnistas, quienes ya hemos ganado otra intocable trinchera. Como bien señaló Balbina, eztein erraitan gaiz onik.