Los nuevos tiempos tienen las nuevas desgracias, o quizás las desgracias ya venían puestas o se las han ingeniado para florecer. Florecer no, que es algo bello, expansivo, vital y gozoso, más bien para emponzoñar, manchar y arrastrarnos. La Policía detuvo hace unos días a “dos influencers con miles de seguidores en las redes sociales por agredir sexualmente y grabar a cinco jóvenes menores de edad”, decían las informaciones. Los dos agresores respondían al nombre de Petazetaz y en TikTok e Instagram llegaron a sumar de 400.000 seguidores. “Gracias a su condición de creadores de contenido en redes sociales podían contactar con las jóvenes, a quienes invitaban a su casa. Allí, presuntamente, las drogaban y después las agredían sexualmente, y lo grababan en vídeo”, sigue la horrorosa trama. Sus contenidos son vídeos virales, de humor y entrevistas que realizaban en discotecas y lugares de ocio de moda.

Hace falta traductor para entender esta nueva jerga –también te puede pillar cansado, vejete o en otra onda este mundo de las apariencias, morritos y chorradas, que además siempre ha existido pero de otro modo–, como también hay que pedir un exorcista para prevenirse ante esa cosa de “los seguidores”. Una muchedumbre son. Diablos, angelicos, desocupados, tontorrones, aburridos, inteligentes, avispados o modernos, felices, infelices, confiados, fuertes, débiles, pero mucha peña.

Por partes, influencer define a la persona con capacidad para influir sobre otras, principalmente a través de las redes sociales. Influidos o influenciables, todos tenemos sitio bajo el sol. Más allá está a partir de qué o con qué o por qué nos convertimos en influidos o nos influyen. Es para pensarlo.

Otra cosa es que la maldad se haga sitio en este nuevo nicho y aparezcan los más malos –en este caso unos violadores– para navegar y hacer daño montados en esta confusa ola en la que cabe lo bueno con la mierda que hay en las redes, el Internet, que diría el otro. Un asco. Lo peor. Una verdadera preocupación. La demostración de que en estos tiempos que vienen lanzados y en los que todo el mundo anda sobrado, confiado y loco por figurar y estar, no se sabe de todo.