M ha vuelto de Suecia y trae información interesante. Por ejemplo, que en Suecia el personal cruza con los semáforos en rojo. ¿Todo el personal? Evidentemente no, pero sí el suficiente para ser percibido por alguien que ha pasado la mayor parte del tiempo metida en una sala de congresos. Otro estereotipo del que podemos prescindir. Bien. A partir de ahora tendremos que decir que en Suecia unas personas respetan los semáforos y otras no, pero por más vueltas que le doy, no sé dónde podría tener interés colar una frase como esta, porque lo que se pretende es resultar interesante, ¿no? ¿Cuando se hable de semáforos? ¿Si se menciona Suecia? ¿Se atreven a decirla esta semana cada vez que oigan una pavada, como una especie de conjuro?

Pero hay más. En el marco de su trabajo, en la sala, M tuvo la oportunidad de detectar otro bonito estereotipo, en este caso uno que a pesar del brexit seguimos compartiendo con Gran Bretaña. Un ciudadano británico presentaba su ponencia y al referirse a un dato más que conocido en lugar de decir ustedes ya sabrán qué, señaló que aquello lo sabía hasta su abuela.

¿Funcionaría igual la expresión si hubiera dicho que lo sabía hasta su abuelo? Pues no. En lugar de gracioso parecería faltón o extraño. Nos preguntaríamos qué le pasaba a su abuelo que justificara la mención. Iríamos al abuelo concreto. Sin embargo, como la idea de que ser mujer y vieja es lo peor porque además eres una ceporra (y se te escapa el pis en pilates y tiemblas pensando que una marca de procesados hace unas croquetas mejores que las tuyas) la frase funciona en femenino, para todas las abuelas. ¿Es ridículo ser mujer y vieja o el nieto es la medida de todas las cosas?