Como ayer me dolió la cabeza, puede que hoy esté un poco cenizo. Y como además estoy tomando ibuprofeno, puede que también esté un poco grogui, claro. Un día creo que tengo un tumor en el cerebro y al siguiente pienso que me va a dar un ictus. Y como ya tengo una edad y la edad también es un sesgo, supongo, pues eso: puede que, además de un poco cenizo y un poco grogui, esté también un poco adusto, un poco huraño, un poco sesgado por la edad, por decirlo así. Lo siento.

La vida es básicamente una comedia, lo sé. Pero todo se puede convertir en gótico, en un momento dado, eso también lo sé. En La comedia de la vida, una película de Roy Anderson que me encanta, todo es un poco trágico. Es sueca, claro. Empieza con un hombre dormido en un sofá. Luego el hombre se despierta sobresaltado y dice: He tenido una pesadilla, he soñado que ya venían los bombarderos. En fin, Lutxo, pues eso: así es la vida. De hecho, eso fue precisamente lo que dijo Putin ayer cuando, tras salir una vez más triunfante de las elecciones, le preguntaron por la muerte de Navalni. Dijo: Es una pena, pero así es la vida. Qué talento.

El hombre estaba eufórico y optimista. Invocando la tercera guerra mundial con los párpados a media asta para intimidar a occidente. Se ve que en la guerra se encuentra en su salsa. No obstante, voy a intentar no pensar en Putin, Lutxo, viejo gnomo, porque me duele la cabeza y creo que no me hace ningún bien. Y dice Lucho: Ayer fue el día del padre, mañana será el día de la poesía y hoy es el día de la felicidad, ¿no es maravilloso? Tenemos que ser felices, dice, es nuestra obligación, la primavera ya está aquí, mira cuánta belleza. Y le digo: La belleza depende de cómo se mire. Y me suelta: Pues mírala con buenos ojos y ya está.