Antes, cuentan los periodistas viejos y algunos que no lo son tanto, había un binomio fantástico y necesario, útil y fiable, que se creía indisoluble que estaba formado por el redactor y el fotógrafo. Cada uno con sus armas –libreta, bolígrafo, cámara, objetivos, carretes incluso, ingenio, buen ojo, sonrisa siempre, buenas maneras y algo de cara– eran mandados a cualquier parte y se las ingeniaban, primero para convivir entre ellos y a continuación para trabajar en equipo. Lo de hacer equipo y funcionar, que se hacía como si tal cosa –sabiduría y saber estar– y ahora hasta hace falta dar cursos y sesiones para entender y practicar la importancia del trabajo entre varios, compartir el liderazgo, sentirse partícipe de un proyecto… En fin. Plumilla y fotero, una de las parejas más estables que ha habido y habrá –está en hibernación–, a pesar de que el presente dibuja a tipos que con la cámara de su teléfono móvil y reflexiones superficiales te hacen un dos por uno. Criaturas. Ellos y los que hacen las cuentas. Cuentos.

El fotoperiodista palestino Mohammed Salem es el autor de la imagen galardonada por el World Press Photo como la foto del año. Una mujer abraza a una niña que ha perdido la vida en la Franja de Gaza. Una tela blanca cubre a la cría asesinada y la mujer se retuerce en un abrazo a un cuerpo vacío de calor. No se ven las caras de las dos protagonistas y quizás ahí residan potencia e impacto. Ver lo que no se ve: dos rostros desfigurados por las lágrimas y la muerte, ojos llorosos y ojos vacíos, muecas de horror. Es la morgue de un hospital, también hay nombres de las dos mujeres. Es una fotografía documentada que abre la puerta a muchas historias parecidas, peores, que tiene valor de representación, denuncia, motivo para la reflexión, puerta para la búsqueda de información, creación de una mirada crítica, aproximación a la realidad, rumbo hacia la verdad. Muchas fotos similares, y mejores, se habrán quedado sin premio pero quizás la de este fotógrafo palestino sea el galardón para todas. El premio que nunca quiso buscar.

Y así andan las cosas. A toda velocidad ahí fuera y absolutamente necesario contarlas. Aquellos dúos tenaces eran muy buenos. Qué tiempos. Cuánto respeto por todo y todos.