Otro año más y los humanos evidenciamos que, trágicamente, somos incapaces de cimentar una paz mundial duradera y justa. Nuestra época está saturada de guerras, hambrunas, migraciones, cataclismos naturales, emergencia climática y desprecio a los derechos humanos. Por fortuna, abundan los solidarios anónimos que poniendo su vida en peligro dedican su tiempo, esfuerzo y, a veces, su dinero, para tratar de mitigar el sufrimiento que ocasionan estas tragedias. Dado que muchos gobiernos y parte de la sociedad prefieren ignorar estas calamidades, los civiles personal cooperante incluido son objeto de ataques sin que los autores sean enjuiciados. A pesar del evidente riesgo, estos altruistas perseveran en su humanitaria labor. Otro año más, mi respeto y gratitud al voluntariado por su entereza y solidaridad en momentos de desesperanza, impotencia y rabia durante su auxiliadora labor sobre el terreno o en despachos. Vuestra deslumbrante generosidad sirve de escudo a tanta indignidad.