Se nos va un año más, triste para muchos, y alegre para muy pocos, quizás, para los que han sido agraciados con el Gordo. Un año, entristecido por una guerra cruel que nadie la entiende, y que quien la empezó, dice ahora que quiere pararla, y quien más la sufre parece que no. Un año de locos y de locuras, como por ejemplo la Ley del sí es sí, o la que dice que un niño a partir de los 12 ó 15 años pueda cambiar su nombre de sexo, ser Juan y quiere ahora ser Juana. Estamos viviendo unos años en los que solíamos decir "ni son todos los que están, ni están todos los que son" y es que de seguir así vamos a terminar el año como cabras, la mayoría por estar muy cabreados, y el resto, como digo, por estar como cabras.

Este año ha sido como un volcán, dándose la paradoja de que, una vez apagado el de la isla de La Palma, empezó la guerra de Rusia, con Putin al frente, siendo una gran putada para Ucrania, y que no sabemos cuándo acabará, pero que deseamos sea pronto, para empezar un Feliz Año Nuevo.