El pasado sábado tuve la suerte de presenciar el partido de Osasuna contra el Real Madrid. Final del partido, derrota de Osasuna y el remodelado y elegante estadio de El Sadar convertido en un vertedero debido a que muchos espectadores abandonaron junto a sus asientos restos de bocadillos, botellines de plástico, latas y demás desperdicios. ¿Tan costoso resulta recoger los residuos que cada cual produce y a la salida del estadio depositarlos en sus respectivos contenedores? Todos recordamos las imágenes de aficionados japoneses en el mundial de Qatar recogiendo en las gradas la basura propia y ajena. 

No se trata tanto de ejercer de trabajador de la limpieza como de ser personas responsables con los residuos que generamos, en nuestro día a día y también en El Sadar.