Hace unos días casualmente me tocó defender la idea que acoge el titular de este artículo. Es claro que hay debate en torno a esta opinión, a saber, si todo es política o la política y la sociedad son cosas diferentes e independientes. Cuando digo sociedad me refiero a todo lo que tiene que ver con lo social, como cuando digo política digo todo lo que tiene que ver con la política.

En ese debate nos encontramos dos visiones antagónicas en lo referente a los contenidos sociales. Y es que creo humildemente que mi compañera de debate no había caído en la cuenta de que la política se ocupa y le preocupan las estrategias, acuerdos, desacuerdos entre diferentes posicionamientos y que deben de buscar confluir para que puedan dar el paso de hacer.

En lo social la preocupación es el bienestar de las personas y su proyección en la vida real y en la cotidianidad. Para conseguir esto hay que diseñar caminos, rutas y puentes que permitan a las personas comunicarse con la dignidad, la justicia, la equidad, la solidaridad y constituir una sociedad con estos perfiles.

Muchos pensadores se han ocupado de buscar estos nexos de unión entre la política y la sociedad. No me cabe duda que los que mejor lo entendieron fueron los griegos. Si, el gran Platón y compañía.

Mucho se ha hablado de Platón, sin embargo poco se ha fijado la reflexión en el fondo de su pensamiento respecto a la misma concepción de ciudad que él manejaba. La ciudad para los griegos de esa época era la familia, el espacio donde los seres humanos desarrollan todas sus facultades.

Así que diseñó una ciudad bien organizada: estratos sociales, poder político, participación del ciudadano, desarrollo de las personas en el ágora,... Todo diseñado para responder al mundo de la época con sus luces y sombras que hoy nosotros vemos.

Nuestro interés, en el fondo, es el mismo. La sociedad del bienestar. Desarrollamos sociedades equilibradas en todos los ámbitos de la vida de las personas y de nuestro entorno.

Sin embargo, tenemos un trabajo ingente y un compromiso complejo. Eso mismo les sucedió a los griegos, padres de nuestra civilización occidental.

Sociedad y política caminan juntas, pero no revueltas.

*Profesor jubilado de Filosofía, Ética y Psicología