“La tierra es nuestra madre. ¿Venderían ustedes a su madre?” (indígena guatemalteco). Desde la perspectiva de la Iglesia, la propiedad privada nunca puede dejar en la carencia de bienes a nadie, ni impedir el acceso de otros a los recursos suficientes para vivir una vida digna. Son los mismos del bien común. Pero, ¿qué pasa cuando estos mínimos se ven amenazados? ¿Cuando empresas, estados y comunidades compiten por un territorio? Se activa la acción social, de una manera más o menos organizada, a veces incluso violenta. Joan Martínez Alier lo llama “ecologismo de los pobres”, una expresión tan sugerente como polémica pero que apunta en la dirección de la participación de las personas pobres y vulnerables en la discusión sobre los problemas socioambientales que les afectan. El error consistió en creer que la tierra es nuestra cuando nosotros somos la tierra.