Llevo más de 25 años trabajando con personas dependientes, sobre todo con tercera edad y, como se pueden imaginar, he visto de todo. Pero lo que más me llama la atención es que en estos más de 25 años no se ha avanzado nada para mejorar los puestos de trabajo: sigue faltando personal de atención directa para los cuidados, siguen las jornadas anuales de casi 1.800 horas, siguen los precarios sueldos de 1.000 euros (si llega) y, lo peor, cada vez son más las empresas privadas que entran en este negocio para ganar dinero rápido y fácil. Esto último les viene de maravilla a las instituciones; sus habitantes están “atendidos y atendidas” y ellos se lavan las manos como Pilatos. Siempre me he preguntado cómo sería esto si este sector, en vez de ser un sector feminizado, estuviera en manos de los hombres como la automoción, mecanizados, etc. Seguro que la situación era totalmente distinta. Por eso la huelga feminista general del 30 de noviembre es tan importante.

Se tiene que acabar con este abuso de poder, se tiene que acabar con este negocio donde las empresas buitres ganan miles de euros a cuenta de tener a sus trabajadoras explotadas cobrando unos sueldos miserables sin valorar el gran trabajo que se realiza. Tras más de 25 años trabajando en este sector, una está muy cansada y es momento de gritar: ¡Basta ya! Pero tiene que ser un grito general, no solo de este grupo de trabajadoras, sino de todos los ciudadanos y ciudadanas. Hoy cuidamos unas pocas, mañana nos cuidarán a todas y a todos, y queremos que se haga bien. Os invito a todas y a todos, mayores, jóvenes, adultos, hijos e hijas que secundéis esta huelga del día 30 de noviembre, que nos ayudéis a mejorar algo de lo que todos y todas nos vamos a beneficiar tarde o temprano, los cuidados. Que las instituciones, hasta ahora acomodadas en sus tronos, vean que no estamos solas, que esto es algo de mucha gente y que tienen la obligación de escucharnos y atender nuestras exigencias. Gracias por estos segundos de atención y os veo el 30 de noviembre en las calles. ¡Ánimos, compañeras!

*Ana García, y muchas más