El edificio de las escuelas viejas de Buñuel ya es centenario, como indica su fachada y ahora también la pancarta que engalana la misma en el corazón del municipio.

Es uno de los edificios más simbólicos e importantes que atesora la villa. Se trata de un edificio que albergó la transmisión de conocimientos, la educación en valores éticos, que construyó la personalidad de los buñueleros y que valoró el trabajo y el esfuerzo.

Todavía hoy continúa acogiendo actividades y personas que ya en el presente y, sin duda, en el futuro, devolverán a la sociedad sus conocimientos, destrezas y solidaridad para construir un municipio más justo, una sociedad más próspera y más libre.

Hoy estamos contentos y orgullosos; nuestras escuelas viejas han cumplido sus primeros cien años. Se hace necesario que el edificio nos preste sus luces y que, con su ayuda, nos facilite la creación de un centro de reunión y cultura que responda a las necesidades actuales del pueblo y su vecindario y nos permita generaciones más felices.

Este edificio, robusto, en el corazón de la villa ribera, es una excepción y por esos sus habitantes tienen que estar orgullosos de esta continuidad, es un símbolo del municipio, pero lo es especialmente de la educación y la infancia. Durante diez décadas se ha integrado y ha formado parte del día a día del pueblo, una unión que se refleja cada año en tradiciones como ese acompañamiento tan especial que cada 17 de enero regala al pueblo de Buñuel en el reparto del vino alrededor de la hoguera con la que el municipio honra a su patrón.