No, mira Benjamín, que había pensado que como bombardeaste mi embajada en Damasco… pues claro, tengo que responder para que no me tomen por el pito del sereno. Así que esta noche te enviaré unos cientos de misiles y drones sin acuse de recibo, porque ya sé que tu cúpula de hierro funciona perfectamente. Así la pruebas y se la compro yo también al fabricante de la competencia. Claro, no es lo mismo instalar defensas antiaéreas para un país diminuto en extensión, a hacer lo mismo en Irán o en Ucrania.

Pero bueno, en petrodólares voy sobrado. Y si esto acaba en una guerra total, recuerda que tengo a la guardia revolucionaria, que actúa muy severa para impedir que mi pueblo se descarríe. Tú haces lo mismo que yo ¿no? Controlas a las masas con arengas y slogans como “somos una nación de leones”, y obligas a tu pueblo a coger las armas, mientras tu hijo se da la vida padre en Miami. ¿Y todo por qué? ¿Para marear la perdiz y no acabar en la cárcel por corrupto? Y el caso es que lo sabías: el Mossad sabía que Hamás preparaba algo gordo, un lobo solitario es difícil de detectar, ¿pero mil tíos? Hazte un favor y deslígate de esos ultraortodoxos con sombrero negro y coletas. ¿Nación de leones? Sí, sois grandes depredadores, pero sólo cuando vuestro enemigo está indefenso. Recordad que hace 80 años íbais como corderos al matadero. Habéis pasado de ser víctimas a verdugos.