¿Se imaginan que su hermana, mujer, hija, amiga o su madre, que aquí en Navarra no encuentra trabajo, es invitada por algún conocido o conocida a viajar a otro país ofreciéndole un puesto de trabajo que le va a proporcionar buenos ingresos? ¿Se imaginan que en este viaje durante el camino es agredida física y sexualmente? ¿Se imaginan que ya en el país de destino en vez de trabajar en lo que le prometieron, le quitan la documentación y la ponen al servicio de una red de explotación sexual bajo amenaza de que si no lo hace su familia va a sufrir un daño irreparable y que además el dinero que gane lo va a tener que entregar a ese conocido para pagar supuestamente la deuda contraída por el viaje?

No, no podemos imaginárnoslo, porque a nuestra cabeza viene el pensamiento de que nuestra hermana, mujer, hija, amiga o madre tienen los suficientes recursos personales y materiales o bien para pensar que nadie da duros a cuatro pesetas, como se decía antes de la entrada del euro en nuestras vidas, y no emprenda ese viaje, o para que, si confía en esa persona que le ofrece el trabajo en el extranjero y emprende el viaje, en cualquier momento del camino a ese infierno imaginario pueda pedir ayuda o salir de ella de forma voluntaria y sin sufrir percance alguno.

Este ejercicio de imaginación que vemos tan lejano o casi improbable que nos toque de cerca, es la vida misma de miles de mujeres que todos los días son captadas por redes de explotación sexual a través de conocidos o no conocidos en países en vías de desarrollo en que las condiciones de las mujeres son muy precarias y en las que sus vidas no valen nada.

Testimonios de mujeres que han sufrido y han sido víctimas de explotación sexual inundan las redes. Son testimonios contundentes y aterradores. Ayer se celebraba un año más el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños. Un Día Internacional en el que es necesario visibilizar un drama que está presente en nuestra sociedad, como sociedad que acoge a estas víctimas en dos vertientes, como sociedad receptora de esas mujeres explotadas y como sociedad consumidora de esa explotación sexual.

El drama que supone la trata con fines de explotación sexual llega a través de nuestras fronteras, bien por nuestras costas o por nuestros aeropuertos con falsas promesas y falsos señuelos de una supuesta “vida mejor en Europa”, y que luego se torna en un terrible sufrimiento como víctimas de explotación sexual o de otro tipo de vulneraciones de Derechos Humanos.

Explotación sexual que la tenemos en nuestros pueblos, en nuestros barrios, en nuestros edificios, y que a veces pasa desapercibida o si no pasa desapercibida no somos capaces de hacer algo por esas mujeres por el miedo que nos producen las mafias explotadoras.

La explotación sexual constituye una violación de los derechos humanos. Vulnera la dignidad de la persona, su libertad y la igualdad.

La mayoría de las víctimas son mujeres, porque la trata está directamente relacionada con la posición de las mujeres en la sociedad y la feminización de la pobreza.

Es una de las formas más crueles de violencia ejercida contra las mujeres, mujeres en cuyos países de origen sufren estructuralmente desigualdades de género en la educación, la formación o el ámbito laboral, situándolas en una posición de vulnerabilidad social y económica facilitando su captación por las redes dedicadas a ello.

Desde Navarra podemos y debemos actuar, actuar en educar en nuestra sociedad para que no sea partícipe por acción (quien consume) o por omisión (quien calla y no denuncia) en el consumo de este tipo de explotación sexual, porque no habiendo demanda no hay oferta. También debemos actuar en la detención de este tipo de trata con fines de explotación sexual y proporcionar a las víctimas las herramientas necesarias para salir de esas situaciones con un acompañamiento para recuperar su vida, sea cual sea la vida que quieran vivir en el futuro, y que siempre va a ser una vida lo más alejada posible al mundo al que les arrastró sus precarias circunstancias en sus países de origen.

No es un camino fácil para estas mujeres, más vulnerables si cabe que cuando fueron captadas, pero debe ser un camino que recorran sabiendo que desde las instituciones navarras se está trabajando para que ese camino sea menos difícil sabiendo que debemos seguir incidiendo en campañas de sensibilización, en campañas que lleguen al público consumidor, que ayuden a romper la cadena. La incidencia pública aquí es fundamental. Y la unidad política también, ¡No a la explotación sexual!

La autora es burukide de EAJ-PNV Nafarroa y parlamentaria foral de Geroa Bai