Desde la pandemia se ha ido introduciendo todo este discurso de lo verde como algo bueno y como única salida para el destino de la humanidad frente al cambio climático. Verdes baterías para coches eléctricos, verde hidrógeno, verde gas natural…

En este discurso incoherente entran también las bicis verdes que ofrece Ride On para el servicio de bicicletas del Ayuntamiento de Pamplona. Bicis cuyo color es verde, pero como no estén mínimamente cargadas no las mueves.

Después de casi dos años de vida de este servicio hay que empezar a hacer balance. Empezó de forma muy rompedora dotado de un parque de bicis con asistencia eléctrica que ofrecía un gran servicio, y a buen precio. Siendo yo un usuario de bicicleta habitual, he sido también usuario de este servicio. He comprobado de primera mano cómo se ha ido deteriorado el estado de las bicicletas: bicis sin patas, sin intermitentes, sillines que no se sujetan, bicis que no pedalean bien; pedalean solas sin que lo hagas… Sin contar la última subida de precio.

En esta ocasión quería centrarme en la última experiencia que he tenido con este servicio. El pasado viernes realicé un viaje que nunca pude terminar. No porque fuese una experiencia de esas que te cambian la vida o te hacen reencontrarte contigo mismo, sino simplemente la bici no quería que terminara el viaje.

Al cabo de un rato de terminar el viaje recibí un mensaje de si seguía operando con la bicicleta, ya que llevaba un rato quieta. Similar a los que te pone Netflix cuando te quedas dormido frente al televisor. Vaya salto pegué del sofá donde estaba sentado. Correr, bajar y ver que, efectivamente, no estaba anclada. No sé las veces que intenté anclarla en el punto donde estaba y en los puntos que había a los lados.

¿Cómo se gestiona algo así? De primeras se reporta el problema en la aplicación. Escribes el problema que te ocurre en un recuadro en el que no se ve qué es lo que escribes. Empezamos bien. El tiempo corre, y eso solo significa que tu monedero va a bajar y no quieres excederte.

Vuelvo a reportar en el mismo recuadro en el que no se ve nada por si es un error de la aplicación. Nada.

Solo queda esperar. A las horas me llegan varios correos respondiéndome sobre mi problema.

“Al ser un cliente asiduo no se le va a penalizar el monedero”. Ese mensaje se agradece hasta que he visto esta semana la cuenta y veo que tengo un cargo de 13,30 € de ese día por parte de Ride On Es.

¡Vaya viaje más caro! ¡Ni que fuera una botella de aceite!

Ya ni me sorprenden las respuestas que me dan. Siempre se excusan diciendo que los usuarios somos los principales responsables del uso de las bicicletas. He hecho más de veinte viajes este último año, creo que sé meter la bici donde tiene que ir vaya.

Puede que visto así sea una chorrada, pero ya son varios casos cercanos de gente que conozco que ha tenido problemas con estas bicicletas, sin contar otros casos que han salido en los medios.

Viendo la respuesta de uso que hay cada día con estas bicicletas es lógico que próximamente se extienda su uso al resto de la comarca, por lo que habrá más usuarios y, en consecuencia, más problemas.

Desde luego que no es de recibo usar un servicio que intenta promover otro tipo de movilidad, y no tener nunca la certeza de que el viaje no tenga ningún tipo de imprevisto. Por mi parte, mientras esto siga así (no tiene pinta de que mejore) tocará andar más o preocuparse más de dónde aparcar la bici propia.

*El autor es vecino de Ermitagaña