Como dice J. M. Lacarra (La expedición de Carlomagno a Zaragoza y su derrota en Roncesvalles, 1981): Son los Anales menores los que saben más detalles del viaje de Carlos a Zaragoza, a diferencia de los que podemos llamar oficiales. En su trabajo establece con rigor los pasos y el camino que siguió Carlomagno hasta llegar a Saraqusta (Zaragoza). Allí se encontró con las puertas cerradas por la negativa musulmana a cumplir el pacto de Paderborn sellado el año anterior. En resumen, la conclusión de J. M. Lacarra está documentada y es convincente: Un análisis detenido de los Anales carolingios nos permite distinguir tres etapas:

a) Llegada a Pamplona y sumisión de la plaza (et adquisivit civitatem Pampeluna). Después de dejar una guarnición de francos en Iruña, Carlomagno siguió el itinerario dirigiéndose con sus mesnadas hacia Herribehera.

b) Presentación de Abu Tauro a Carlos, entregándole rehenes; han llegado, pues, a tomar por primera vez contacto con los musulmanes. Fue en su descenso hacia el *Ibaibehera, Ibervs Flv., wãd? Ibru, donde, forzosamente, tuvo que alcanzar Olite, Herriberri, nabarrorum oppidum, plaza fuerte del nabarri musulmán. En esta etapa fue cuando se hizo presente la realidad euskalduna de las gentes que vivían en Herribehera; gentes del Ager Vasconum de los romanos, vueltos Nabarri por el pensamiento expresado en euskara. Así es como aparece el gentilicio nabarro unido a la presencia de la autoridad de los Banu Qasi islamizados en la cubeta del *Ibaibehera, Ibervs Flv. latino, wãd? Ibru árabe.

c) Llegada del ejército de Carlos a las puertas de Zaragoza.

Por el orden en que se recorrieron las tres etapas se confirma una cronología y un trayecto del itinerario inequívoco que siguió Carlomagno tras la conquista de Iruña, ciudad donde dejó una guarnición de francos. La importancia de que, por primera vez, el ejército de Carlomagno tomase contacto con los muladíes nabarri cuando avanzaba hacia el Ibaibehera demuestra que Iruña era ciudad de los vascones. Más abajo, en el inicio de la cubeta de Herribehera, estaba la ciudad de Olite, Herriberri, nabarrorum oppidum, solar originario de los Banu Qasi. La entrega como rehenes del hijo y el hermano de Abu Tawr al poderoso ejército invasor es la constatación de la alarma y la prudencia de los nabarri ante la evidencia de la fuerza armada de Carlomagno.

Sin el legado histórico del euskara y su valor descriptivo para encontrarnos en la memoria de Euskal Herria, no tendríamos un presente para avanzar hacia un horizonte con futuro. El euskara/eskuara es lengua espacial y documento vivo que arrastra consigo la descripción toponímica, conservando el valor significante en el idioma funcional de Euskal Herria.

Hasta que los euskaldun(es) autóctonos de Herribehera no se hicieron musulmanes en el siglo VIII no existían documentos de las gentes del nabarri (con /B/), en euskara: Naba Herri, tierra de la llanura, toda la cubeta del gran río de cuyo nombre en euskara, Ibaibehera, los romanos sacaron su Ibervs Flvvivs. Hidrónimo que se utilizó para nombrar toda la geografía de la Península: Iberia, según reconoce Plinio en sus escritos. Vasconia es el cauce de la historia en la Alta Edad Media ante una Euskal Herria, invisible en las crónicas, mientras se afirma en el euskara/eskuara. La manifestación natural del Estado de los vascos.

Desde la Europa anterior a la invasión musulmana la identidad fronteriza de Vasconia se destaca como la región de origen del conde Casius; el patriarca de los Banu Qasi de la cubeta del Ibaibehera, territorio de los muladíes euskaldun(es). Vasconia se presenta como territorio fronterizo frente al avance carolingio. Frente a la subordinación que nunca existió de Vasconia/Æquitania –según sostiene el juicio de Jules Michelet (1798-1874), creador de la Biblioteca y Archivo General de Francia– cuando dice que fue una lucha desesperada de gentes de la frontera del Loira al Garaune, que no pudieron resignarse a ser sometidos por los francos: el pueblo (de los vascones o aquitanos) descendiente intacto de las profundidades del neolítico.

Naba Herri, según el pensamiento expresado en la lengua funcional, nabarri en aglutinación, el territorio donde nació el moro Muza en el año 788, hermano uterino de Eneko Haritza considerado primer rey de Pamplona pero no de Nabarra. El moro Muza era euskaldun aunque su familia Banu Qasi hubiese adoptado la religión del Islam. Como lo eran todas las gentes autóctonas que quedaron bajo la influencia política del emirato de Córdoba.

El exponente más representativo de todos nosotros, los vascos, es la lengua. La conocida expresión Lingua navarrorum figura en el documento del año 1167, conservado en la Catedral de Iruña. La entidad de Nabarra es la designación que adoptó el viejo reino de Pamplona con Sancho VI el Sabio, como referencia a la lengua extendida a todos los lugares del nuevo Estado pirinaico.

En nombre de UPN (Unión del Pueblo Navarro) Navarra separada de sus hermanas vascongadas es cuestión de Estado, pidiendo que desaparezcan la transitoria 4ª constitucional que sitúa a Navarra en Euskal Herria. ¿Negando la historia creen que puede desaparecer la realidad de un pueblo milenario capaz de mantener su identidad, contra romanos, visigodos y francos en el pasado y en circunstancias de cambios geoestratégicos en el presente?

Los representantes del régimen del 78, herederos de Mola en retroceso, no son tan ignorantes. Cuando se ven tan acosados por su propio desprestigio político y personal no tienen otros argumentos que gritar su españolidad: envueltos en la bandera de Navarra, pretendiendo ocultar que Nabarra ha sido una realidad como Estado europeo, con su unidad territorial, lingüística y política en el pasado. Un Estado que deberá ser lo que la mayoría democrática puede llevar al ejercicio de su soberanía desde el derecho a decidir. Incluso con la opción de reconocer la identidad política de su realidad forjada en el nuevo mestizaje de un pluralismo de respeto a la historia.

Porque, sin duda, los nabarros del presente conocen las palabras grabadas en piedra en el Monumento a los Fueros: gu gaurko euskaldunak… que reclaman la vigencia de Euskal Herria también en el presente.

El autor es miembro de Euskaria