Un tercio de nuestra vida la pasamos dormidos, en un estado misterioso y no bien comprendido que llamamos sueño. A pesar del avance de la ciencia, el sueño sigue siendo un gran desconocido sin entregar del todo sus secretos.

De acuerdo con Maslow, el sueño es una necesidad básica del ser humano.

El cómo dormimos no es tenido demasiado en cuenta por los profesionales de la salud.

Desde 2008 se viene celebrando el viernes anterior al equinoccio de primavera del hemisferio norte, el Día Mundial del Sueño, organizado por la Sociedad Mundial del Sueño, anteriormente Asociación Mundial de Medicina del Sueño, para concienciar sobre la importancia del sueño y del buen dormir en la salud de los seres humanos y llamar la atención sobre la influencia del sueño en los aspectos orgánicos, psicológicos, sociales y educativos. Este año será el viernes 15 de marzo, y el tema elegido es: “Equidad en el sueño para la salud mundial”.

El sueño es esencial para la salud, pero persisten enormes diferencias en la calidad del sueño entre las diferentes poblaciones del mundo, lo que acrecienta las desigualdades en salud.

En la mitología griega, Morfeo junto con su hermano Hypos, literalmente “sueño, sopor” eran los dioses de los sueños, hijos de Nix, la noche, compartían hermandad con Tanatos, dios de la muerte. Morfeo era capaz de introducirse en los sueños humanos para enviar mensajes, justamente por ello y revelar secretos, fue castigado por Zeus, padre de todos los dioses, y fulminado por su rayo.

Derivado de la palabra Morfeo viene el nombre de unos de los analgésicos más potentes que disponemos, la morfina.

Los seres humanos nos sumergimos en un complejo periodo de sueño cada 24 horas. Este ciclo vigilia-sueño parece indicar que la especie humana tiene un reloj biológico modelado por fuerzas evolutivas que sincronizan con las 24 horas de rotación de la tierra. No obstante, en las sociedades desarrolladas, postindustriales, la población ha modificado sensiblemente la organización de su vida cotidiana, cambiando los horarios de sus actividades, ya sean de ocio o de trabajo, con una notoria menor cantidad de horas que dedica al reposo nocturno. Las horas de sueño necesarias para una vida sana varía según la persona y cambia a lo largo del ciclo de vida, desde casi todo el día en los primeros meses del nacimiento, hasta solamente 4 ó 5 horas en sujetos sanos de más de 80 años. Hay gran variabilidad de una persona a otra en la necesidad de horas de sueño para rendir de manera óptima durante la vigilia. No obstante, la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda, por termino medio, dormir al menos de 6 a 7 horas por día, en las mismas horas.

El sueño es un estado de suspensión temporal de la conciencia, durante el cual se genera la recuperación física y psicológica de la persona. En el transcurso de esas horas, ocurre en nuestro organismo funciones como la secreción de hormonas, cambios de temperatura, de frecuencia cardiaca y respiratoria, cambios en las actividades digestivas, etcétera, fundamentales para mantener una buena calidad de vida. El sueño es, sin duda, uno de nuestros pilares de salud, y la falta de éste puede acarrearnos consecuencias negativas que afecta a todas las dimensiones del ser humano: orgánicas, emocionales, cognitivas y sociales. La falta de sueño puede afectar también al sistema inmunitario, dejándonos más expuestos a infecciones víricas y a bacterias oportunistas. Es decir, las personas que no tienen buena calidad de sueño sufren más probabilidad de enfermar. Un sueño escaso o de mala calidad puede causar malestar generalizado, y generar irritabilidad, visión borrosa, mareos, dificultades en el habla, lapsos de alteración de la memoria, confusión mental, y temblores, entre otros. Se considera que la privación de sueño en humanos por periodos de más de diez días puede dar origen a graves lesiones del sistema nervioso. Es fundamental destacar que lo más importante es la calidad del sueño y no la cantidad de horas que dormimos.

Antiguamente se consideraba que el sueño era un estado pasivo, es decir, como si gran parte del cerebro dejara de funcionar mientras dormimos. En la actualidad está plenamente confirmado que el sueño es un estado activo.

Cuando una persona duerme, el cerebro pasa por dos periodos claramente diferenciados: Uno de ondas lentas y otro de movimientos oculares rápidos (MOR) que ocupa aproximadamente el 20% del dormir y se repite entre 3 y 5 veces cada noche. De manera resumida podemos decir que el sueño MOR es la fase activa o paradójica del sueño, y el sueño lento es la fase tranquila del sueño, llamado así por la presencia de ondas lentas, y dividido en cuatro etapas según lo han mostrado los registros de actividad eléctrica cerebral.

Este día internacional del sueño es una oportunidad para llamar la atención sobre este hecho biológico de nuestra especie, fundamental para el bienestar y la salud general. Cuida tu sueño.

*El autor es psicólogo clínico