Mañana, domingo 21 de abril, se cumplen cien años desde la celebración del, hasta ahora, primer y único concurso de gaiteros celebrado en Iruñea. Por desgracia o desdicha, la historia de la gaita navarra no tiene que se conozcan demasiadas fechas importantes pero, a mi parecer, esta es una de ellas. En el libro Gaiteros en Pamplona & Gaiteros de Pamplona (Ayto. de Pamplona, 1993) viene un capítulo exclusivamente dedicado a este concurso, explicado con mucho detalle e incluso con textos y citas del momento, así como con imágenes e ilustraciones. Y creo que es menester poner en valor hoy esta fecha y lo que sucedió aquel día, ahora que estamos de conmemoración de la efeméride.

La comisión para organizar eventos que dotaran de mayor solemnidad a las funciones de la Semana Santa pamplonesa acordó celebrar un concurso de parejas de gaitas navarras, en un principio para el 19 de abril de 1924. Sin embargo, al ser Sábado Santo y por haber que guardar el día de luto correspondiente, se decidió llevarlo al segundo día de Pascua, lunes día 21. Mediante unas minuciosas bases se animaba a gaiteros solistas o en parejas acompañados de un atabalari a participar en el concurso, con premios que rondaban entre las 50 y 200 pesetas de la época. Quienes participaran, debían interpretar una pieza obligada y otra de elección de cada grupo participante. La obra obligada fue Fantasía Navarra, una suite de músicas que evocan a melodías navarras compuesta por Silvano Cervantes, fundador de la entonces joven banda La Pamplonesa, que, cien años después, sigue siendo una de las piezas de culto en el reportorio de la gaita navarra. Se anunció en la prensa local como Gran Concurso de Dulzaineros (sic) de Navarra, y hasta se creó un cartel ilustrado para anunciar el evento pero que, tiene gracia, se representó a un txistulari en vez de a un gaitero-dulzainero (quizá, como les pasa a muchos hoy en día, no sabrían diferenciar un txistu de una gaita…). Una vez finalizado el plazo de inscripciones, participaron gaiteros de renombre del momento, como fueron: Jesús Mondejar, Felipe Induráin y los Lumbreras (de Pamplona), Julián Matute y Teófilo Chasco (de Viana), los Carasatorre (de Etxarri Aranatz), y los Pérez y Elizaga (de Estella-Lizarra). Indalecio López, de Puente la Reina/Gares, no pudo participar al enfermar su compañero Serafín. Se interpretaron obras de calidad que, al igual que la pieza obligada, siguen siendo hoy en día piezas de referencia. Cabe destacar, como anécdota, que a Nicolás García, gaitero-dulzainero y compositor de la época (al nivel, o más, de grandes compositores de música de gaita como el estellica Julián Romano), no pudo participar al ser nativo de Laguardia, en la Rioja Alavesa; pero algunas composiciones suyas pudieron escucharse en el concurso interpretadas por algunos de los grupos participantes (quizá por justicia…). Finalmente, el jurado declaró que el primer premio de solistas quedara desierto, y el 2º se lo dieron al vianés Matute; y en parejas, dos primeros premios a los Lumbreras y los Pérez, 2º para los Elizaga y mención honorífica a los Carasatorre (quizá se llevaron esas 50 pesetas del premio desierto de solistas…).

Recientemente se han anunciado varias actividades para conmemorar el centenario de este evento, importante en la historia de la gaita navarra en su conjunto, tanto por reunir a numerosos gaiteros de la época, así como por la trascendencia de las músicas interpretadas, que hoy en día siguen estando entre las mejores del repertorio de gaita navarra en cuanto a calidad musical y por su compleja interpretación.

Es una verdadera pena que este centenario, siendo impulsado desde el Ayuntamiento, no vaya a celebrarse con un gran encuentro de gaiteros o ciclo de actuaciones con la participación de todos los grupos de gaiteros de la ciudad de Pamplona. Trascendiendo más allá de los meros personalismos, para poner en valor que, cien años después de este concurso, la gaita está más presente que nunca en Iruñea, y que su futuro está garantizado gracias a la labor, en ocasiones meramente desinteresada, de las asociaciones y grupos locales.

El autor es historiador del Arte, músico y gestor cultural