Asistimos a una intensa reactivación en el debate público sobre qué hacer con el infausto Monumento de Navarra a sus Muertos en la Cruzada, que sigue intacto y protegido, ocupando un enorme espacio central de la ciudad, 83 años después de ser ideado y construido para ensalzar lo peor del ejercicio del poder en forma de violencia, eliminación de quien piensa diferente, instauración del pensamiento único y humillación.

Es un monumento que no sólo humilla a las primeras víctimas y familiares del golpe militar franquista, también a todas las generaciones que hemos nacido y crecido durante una dictadura que nos obligaba a obedecer, que nos quitaba derechos y también a las generaciones posteriores nacidas y crecidas en una transición política que durante muchísimos años se dedicó a olvidar lo sucedido. Fueron las Asociaciones de Memoria Histórica las que trabajaron contra viento y marea para recordar a sus muertos, dignificar sus vidas, recuperar sus cuerpos y tras años de pelea infatigable conseguir reconocimiento por parte de las instituciones y la aprobación de algunas leyes estatales y autonómicas de Memoria Histórica y Democrática, con el objetivo siempre de avanzar en los valores de paz, pluralidad y democracia.

Es tramposo el argumento de que somos minoría quienes propugnamos el desmantelamiento de un monumento que proyecta una forma de hacer y decidir desde quienes ostentan el poder, garantizándonos a toda la sociedad un futuro, sólo con “derecho a obedecer”.

Por eso reivindicamos, hoy más que nunca, nuestro derecho a desobedecer, como garantía de libertad futura.

Quienes defienden la resignificación hablan de “edificio” en lugar de monumento y apelan a nuestro sentido de la economía argumentando en el coste de su derribo.

Es tramposo comparar los Caídos con un edificio de oficinas en pleno uso. Nunca ha sido posible reutilizarlo porque se construyó como un panteón funerario, vacío y oscuro. Lo realmente caro será convertirlo en edificio en lugar de derribarlo, como se hizo con la antigua cárcel de Pamplona, por sólo 50.000 euros en 2012.

El Monumento tiene secuestrado a su alrededor un enorme espacio diseñado para impedir cualquier actividad ciudadana que no sea su contemplación e impidiendo la conexión directa con la ciudad construida al sur.

Es tramposo pretender remodelar todo ese espacio público para uso y disfrute de la ciudadanía, queriendo al mismo tiempo cambiar el significado de la mole. Porque es la propia mole, con su cripta vergonzosamente cedida a quienes pueden seguir celebrando misas en honor a los golpistas y su cúpula de pinturas que ensalzan la imposición de ideas y la guerra, la que siempre emitirá su significado original.

Si se quiere resignificar ese espacio y convertirlo en un lugar de encuentro, convivencia y construcción de un futuro de paz y respeto, la mole debe desaparecer. Sólo su desmantelamiento aportará resignificación a un espacio contagiado durante tantos años por su significado.

El Monumento de los Caídos forma parte del censo de símbolos franquistas desde 2016, siendo la primera recomendación legal la de su eliminación. Es tramposo que las Administraciones municipal y foral pretendan eludir dicha obligación legal a través de una resignificación y mucho más tramposa es la pretensión de convertirlo en lugar de memoria. Eso sí que sería cambiar completamente la definición, el sentido y el significado de la palabra “lugar de memoria”.

Es muy difícil entender que las actuales administraciones municipal y foral que se definen progresistas proyecten para el Monumento a los Caídos una solución que sólo conseguirá contentar a quienes se posicionan ideológicamente con los impulsores y ejecutores del mismo y que no dudarán en recuperar su significado original si vuelven al poder, como ya está pasando en otras comunidades autónomas.

Toda solución que no elimine el Monumento significará una segunda fase de olvido para las víctimas, sus familiares y toda la sociedad que necesita actuaciones valientes y decididas para que el no derecho a obedecer sea una realidad en el futuro.

La autora es miembro de Contigo Zurekin