Luis Ordoki (Pamplona, 1957) ha publicado con Mintzoa ‘Navarra. Reflexiones sobre su identidad y futuro’, un libro que se puede adquirir este domingo con DIARIO DE NOTICIAS por 16,95 euros. La obra, de 207 páginas, y con una estructura muy clara, incorpora, además del análisis del autor, las visiones de Iñaki Perurena, Gregorio Luri, Francisco Javier Enériz, Vicky Oteiza, Juan Cruz Alli, Juan Carlos Pikabea, Eva Sevigné, Fernando Puras y María Jesús Pérex Agorreta. El ensayo aboga por un acercamiento entre los diversos credos ideológicos y una mayor cohesión en torno a la identidad de la Comunidad Foral.

Completa con este libro una trilogía sobre Navarra. 

–Efectivamente, me la planteé en 2020, y tuvo su primer fruto con Navarra milenaria, que ha funcionado muy bien. El segundo fue Dos Vasconias, que analiza la historia en paralelo de Navarra y Vascongadas, sus encuentros y desencuentros y cómo dentro del actual marco legal, podrían no vivir de espaldas, sino colaborar en defensa de sus intereses comunes. Y cierro la trilogía con este libro, que tiene dos partes. La primera, donde presento y analizo el tema, y una segunda donde nueve personas, cada una desde su experiencia profesional, aportan sus reflexiones y propuestas. Todos al final componen una paleta de colores que hacen un libro mucho más rico e interesante para los lectores.

Usted observa una crisis de identidad. ¿Por qué? 

–Ya en el primer libro de la trilogía ya apuntaba que los principales rasgos de la identidad de Navarra estaban en relativa crisis. Con el Amejoramiento se ha mejorado el tema competencial, institucional y democrático, pero sin embargo observo que en otras materias hay como una especie de estancamiento o declive.

¿Cuáles?

–Por ejemplo, la historia. Se desconoce, se interpreta de forma distinta, hay una división tremenda en la interpretación de los hechos... alejándose en muchos casos del rigor histórico. Veo también un cierto debilitamiento en el autogobierno. Llevamos muchos años con competencias pendientes previstas en la Lorafna. En los últimos años se ha puesto en marcha un proceso de traspaso de nuevas competencias, pero es un tema en el que hay desunión. Antes la reintegración foral unía a todos los navarros por igual, ahora ya se discute sobre esto y lo otro. Por ejemplo, la transferencia de Tráfico y Seguridad Vial. Antes todo el mundo estaba de acuerdo. Dentro del límite de la unidad constitucional caben muchísimas competencias que Navarra podría asumir y lo está haciendo con cierta timidez o no lo está haciendo, cuando las estamos financiando a través de la aportación de Navarra al Estado. Ya las estamos pagando. 

¿Ese diagnóstico lo comparten las personas que colaboran en el libro?

–La gran mayoría coincide en que el problema de Navarra no es que no tenga personalidad. La tiene muy marcada. Son 1.200 años de historia, de recorrido institucional, jurídico... de costumbres, tradiciones y valores, que se han ido asentando. El problema radica en la división de los navarros en torno a cómo interpretamos esa identidad, cómo la defendemos, con qué grado de insistencia o fuerza, los sintamos más o menos, pero reconociendo que todos forman parte del sustrato de Navarra. La mayoría coincide también en que es necesario un esfuerzo de encuentro y aproximación para lograr una Navarra más cohesionada e integradora. 

¿Por qué seleccionó a estas personas?

–Seguí varios criterios. El primero, tener diversos puntos de vista, de juristas reconocidos, de personas del mundo empresarial, del coaching, de la filosofía, antropología y arqueología, desde el medioambiente... Priman los temas jurídicos, pero he intentado buscar un equilibrio entre ámbitos, y entre personas que viven dentro o fuera de Navarra... Por supuesto a todas quiero agradecer su esfuerzo y colaboración completamente desinteresada desde su amor a Navarra. Al final se ha creado un conjunto equilibrado y rico, que va a hacer mucho más amena la lectura. Con visiones muy diferentes, pero todas con ese eje conductor de la personalidad o identidad de Navarra, su evolución y su futuro. 

En el capítulo de conclusiones comenta que este tema no está trasnochado y advierte sobre la amenaza de la desunión. 

–Correcto. Los temas identitarios, y más en el caso de Navarra, son muy delicados de escribir. Lejos de estar trasnochados, son básicos para toda la sociedad. Conocer lo que somos, de dónde venimos, cómo hemos llegado a ser la entidad foral que ahora somos es esencial para podernos proyectar hacia el futuro y saber dónde están nuestras debilidades y fortalezas. Por eso estas cuestiones deben tratarse con el máximo respeto, porque afecta a la intimidad de las personas, a sus valores, a sus sentimientos más profundos. 

“La mayoría de las colaboraciones coincide en que es necesario un esfuerzo de aproximación para una Navarra más integradora”

El delicado mundo de las emociones...

–Todos los sentimientos identitarios deben respetarse, porque afectan al núcleo esencial de la persona. Poner en valor la importancia de la personalidad e identidad de una persona, de una sociedad, de una comunidad o pueblo es esencial, porque si no estamos desnortados. La ponencia de reforma del Amejoramiento es una oportunidad para reforzar algunos signos de identidad, de forma que la inmensa mayoría de los navarros se sienta identificado o representado. Ahora tengo mis dudas de hasta dónde llega ese apoyo o confianza. Este libro va también de convivencia, de aunar voluntades, de buscar un mínimo común denominador que nos enriquezca a todos, que seamos una sociedad más cohesionada y completa, y que en ese proceso se involucren las instituciones. 

Hay un factor importante en todo esto, el generacional.

–Es una de las claves de la identidad, cuyos rasgos no son inmutables; están en constante evolución. O las generaciones actuales cuidan esos rasgos o posiblemente se vayan diluyendo a lo largo del tiempo o se sustituyan por otros diferentes. Aparte de la desunión de los navarros, en un nivel de división que no es normal ni aceptable, que no nos lo podemos permitir, otro de los riesgos para las señas de identidad de Navarra es el desapego de las nuevas generaciones en relación con esos signos. Mucha gente joven ve estas cosas como lejanas, tienen otras prioridades en la cabeza.

¿Entonces?

–Hay que enganchar a las nuevas generaciones en el mantenimiento de estas señas de identidad. Antes había valores que casi nos entraban por ósmosis y ahora hay que hacer un esfuerzo para que la gente se entere de lo que fueron las guerras carlistas, la conquista de Navarra, Iñigo Arista... Es esencial la formación desde pequeños, en casa, en los colegios, en las universidades, en la función pública, en los medios de comunicación, porque a veces se dicen barbaridades.

¿Y además de eso?

–Es muy importante también la acogida de las nuevas personas que nos están viniendo de medio mundo. En la medida de que se sientan acogidos por esta sociedad, me imagino que será mucho más fácil posteriormente transmitirles esos valores, para que estas nuevas generaciones y nuevas remesas los asuman. Si no corremos el riesgo de que estas cosas se vayan diluyendo.

Supongo que aspira con este libro a suscitar y alimentar un debate en el tiempo. 

–Cuando me jubilé de secretario general de la Cámara de Comptos se me encendió la bombilla. Me gusta la historia y escribir, me apasiona Navarra, y veía desconocimiento en mis hijos, en los amigos, no le quiero ni contar cuando se escribe desde Madrid o se publican editoriales demoledores. Con esta trilogía quería hacer libros divulgativos sobre Navarra para el gran público, que llegasen a la mayor cantidad de gente posible, incluidos nuestros representantes políticos, instituciones, bibliotecas... Intento explicar con rigor la historia, la personalidad y la identidad de esta tierra, y cómo veo el futuro. Si con este libro llegase a muchos navarros, a los parlamentarios, ayuntamientos, universidades y colegios, me daría por supersatisfecho. Me gustaría que esta trilogía llegase a servir de referencia para la consulta. Además de esta labor divulgativa sobre Navarra, pretendo sensibilizar a la gente, hacerla conocedora de la inmensa riqueza histórica, patrimonial y cultural que tenemos, para que no se dilapide, y con un esfuerzo de todos, tengamos conciencia del tesoro albergamos. Para eso es fundamental estar más unidos.