La belleza de su paisaje es la seña de identidad del Pirineo de Lleida, enmarcado entre montañas y valles, blancos en invierno y verdes el resto del año. Un territorio donde la naturaleza se muestra en todo su esplendor, con gran riqueza de flora y fauna que potencian su atractivo, añadido al carácter y hospitalidad de sus gentes.

Tanto las personas amantes de la montaña y del deporte blanco, como aquellas otras que buscan la tranquilidad que les ofrece la naturaleza disfrutando de la cultura y el patrimonio, de los pueblos con encanto, así como de una gastronomía de calidad, lo encontrarán todo en estas montañas del Pirineo. Tras el paso del invierno, la primavera a punto de eclosionar regala estampas singulares de un edén con posibilidades de disfrute para todos los públicos, en pareja, con amigos o en familia con niños. 

El techo de esta cordillera supera los tres mil metros de altura. Un atractivo que incita a quienes aman la montaña a subir este muro, no solo como practicantes de alpinismo o esquí alpino, sino también para respirar y admirar su riqueza natural. Llegados de todo el mundo, encuentran un escenario de altura accesible y dotado de los más completos servicios hosteleros, de alojamiento y restauración.

Ruta de las plantas medicinales.

Ruta de las plantas medicinales. Rafael López-Monné

Riqueza vegetal 

En el Pirineo conviven abetos, pinos negros, chopos, hayas y robles que enriquecen la flora dando lugar a un paraíso natural verde basado en la diferencia de altura en un lugar en el que hacen frontera los climas mediterráneo y atlántico. Los mejores ejemplos de ello son el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, el Parque Natural del Alt Pirineu y el Parque Natural del Cadí-Moixeró.

Además, uno de los territorios más icónicos del Pirineo como la Val d’Aran está a punto de convertirse en Reserva de la Biosfera, tras ser aceptada su candidatura por la Unesco.

Con altitudes entre los 1.200 y los 3.000 metros, el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici está formado por un conjunto espectacular de picos, crestas, bosques, lagos y saltos de agua. Se trata de un pequeño edén en la tierra que es el único Parque Nacional en Cataluña y se extiende por hasta cuatro comarcas: la Alta Ribagorça, el Pallars Sobirà, el Pallars Jussà y la Val d’Aran. Por este lugar tienen interés creciente las rutas con guías de montaña, ya sea con esquís de montaña o con raquetas cuando hay nieve.

Los dos Parques Naturales del Pirineo leridano han obtenido recientemente la acreditación de la Carta Europea de Turismo Sostenible en espacios protegidos (CETS), comprometiéndose a aplicar los principios del turismo sostenible. Uno es el Parque Natural del Alt Pirineu, que situado en el Pallars Sobirà y el Alt Urgell, es el espacio natural protegido más extenso de Cataluña. Con una superficie de casi 80.000 hectáreas, en él se encuentran la cima más alta de todo el territorio catalán, la Pica d’Estats (3.143 m), y otras emblemáticas como el Monteixo (2.905 m), así como un sinfín de senderos por recorrer en invierno y en verano. En este territorio destacan especialmente los extensos pastos mantenidos para el ganado, que colorean de verde el paisaje a los ojos del visitante.

El otro es el Parque Natural Cadí-Moixeró, que tiene en el Vulturó (2.648 m) su cima más alta, en el Alt Urgell, y es una zona llena de aficionados al alpinismo.

Ganado vacuno pastando. Iolanda Sebé

Fauna diversa y particular

Junto a la flora, que da carácter al ámbito pirenaico como privilegio natural, estas montañas acogen una fauna diversa y particular. Así, en el Pirineo se pueden ver rebecos, osos, ciervos, jabalíes, ardillas, pájaros carpinteros, águilas, carrascos espinosos o truchas, entre otros animales. Sin olvidar algunos emblemáticos como el urogallo, el quebrantahuesos o el oso pardo que tienen su hábitat en el Parque Natural del Alt Pirineu.

En relación con los animales, la berrea del ciervo, la búsqueda de pájaros o el fin de la hibernación de los osos atraen a un gran número de curiosos. En concreto, el Parque Natural Cadí-Moixeró es un espacio natural ideal para la observación de aves como los pájaros carpinteros, los treparriscos o el verderón serrano, así como los citados urogallos, el rebeco y la perdiz pardilla, entre otras muchas especies.

Los parajes naturales acogen variedad de fauna. Ricard Badia

Por otro lado, los amantes de los animales también pueden conocerlos de cerca en lugares donde viven en semilibertad como el Aran Park (Bossòst), el Zoo del Pirineo (Odèn) o MónNatura Pirineus (Alt Àneu).

Gastronomía y après-ski

Entre tantos descubrimientos y emociones que esperan en el Pirineo de Lleida no podía faltar un ingrediente esencial cada vez más apreciado para visitantes de todas partes de cara a conocer a fondo una tierra, como es la gastronomía. Allí la oferta de restauración es extensa, con comidas propias de la cultura de montaña a base de género local de calidad suprema. Es el caso de la carne de caza y de campo, las legumbres, setas, quesos, embutidos y verduras de la zona. A ellos se suman la ternera de los Pirineos Catalanes, con denominación de origen, pollo de campo, trucha, patés, olla aranesa o el trinxat, tentaciones que atraen a la mesa. Su cocina tradicional hecha a base de carnes potentes para tener energía frente al frío se da la mano hoy en día con la innovación culinaria dando lugar a auténticas delicias para el paladar.

Sabor artesano.

Sabor artesano. Oriol Clavera

En armonía con los guisos, los amantes del vino pueden degustar la calidad y personalidad de los caldos de la DO Costers del Segre. Esta denominación de origen está formada por siete territorios situados a lo largo de la cuenca del río Segre y el Pirineo. Se trata de una región vinícola con una tradición de años a la espalda que casa con la innovación para conseguir un producto sostenible. Están presentes en las cartas de los restaurantes y bares del Pirineo leridano.

Viñas de montaña en el Pallars Jussà. Josep Barbero

Las ferias que se extienden a lo largo de todo el año son buenos escaparates para descubrir el amplio abanico de productos de kilómetro cero. Y precisamente, con productos locales elaboran las tapas los numerosos negocios dedicados a esta faceta de la cultura gastronómica que han proliferado en el Pirineo leridano. Gracias a ellos ha surgido una cultura del ‘tapeo’ tanto entre la gente de la zona al anochecer como entre los visitantes en sus momentos de ocio después de esquiar o de visitar la zona, prologando hasta la noche la experiencia en la nieve y la montaña en general.

Oriol Clavera Plato de cocina creativa.

Tradición termal

Otro rasgo destacable del Pirineo es su tradición termal. Es una herencia directa de la época romana que los franceses explotaron a finales del siglo XIX por las propiedades curativas y saludables de estas aguas. Su virtud principal reside en que son aguas sulfurosas que provienen de las profundidades de las placas tectónicas llenas de minerales.

La oferta de establecimientos termales es amplia y reúne todos los servicios y tratamientos imaginables, sobre todo para el cuidado de la piel. Siempre a punto para disfrutarlos en cualquier época del año, entre ellos cabe mencionar el balneario de Caldes de Boí, por ser el que más variedad de fuentes termales posee del mundo, a 1.470 metros de altitud. Asimismo, requieren especial mención los Banhs de Tredòs, las termas Baronía de Les con su espacio termolúdico, el balneario de Sant Vicenç o el hotel balneario Iberik Rocallaura, en el Urgell, que pese a no estar en el Pirineo se encuentra dentro de la oferta termal de la demarcación.

Una completa oferta de centros termales donde caer rendidos al placer y el bienestar que proporcionan las aguas mineromedicinales en variados circuitos y tratamientos personalizados.

Baño en aguas termales en un balneario. Oriol Clavera