Todo sucedió tan rápido que, aunque Diego Albéniz salió consciente del coche tras el impacto, no recuerda exactamente cómo fue aquel accidente en Murieta en el que perdió cuatro dedos de la mano derecha. “Fue el 14 de noviembre de 2021. Era domingo por la mañana y volvía a casa con un amigo y yo iba de copiloto. En un momento dado me dormí y no recuerdo bien qué pasó, pero de repente nos salimos de la carretera y dimos vuelta de campana. Yo creo que en ese momento me cubrí la cabeza con las manos”, relata este joven de 21 años.

El mayor golpe que se llevaron fue en el techo, justo encima del asiento del copiloto por lo que la mano de Diego quedó “atrapada” y sufrió graves quemaduras en el dorso por el roce con el asfalto. “El dedo índice lo perdí y tenía la mano completamente destrozada”, recuerda.

El accidente tuvo lugar en la NA-132-A, a la altura de Murieta, a 20 kilómetros de Iruñela, la localidad en la que vive Diego. Tras recibir el aviso, se trasladaron hasta el lugar del accidente efectivos de Bomberos de Navarra, que tuvieron que desatrapar a los dos jóvenes. “Yo recuerdo que salí del coche consciente y que me trasladaron en helicóptero al Hospital Universitario de Navarra, pero no me acuerdo del viaje”, relata Diego, que añade que su amigo fue llevado al Hospital García Orcoyen de Estella aunque resultó ileso.

“En Pamplona no veían solución al destrozo de la mano y entonces me derivaron al hospital de Burgos, también en helicóptero, porque tienen una unidad especializada en la mano”, comenta. A Burgos llegó con el pulgar y tres dedos de la mano –todos menos el índice– y allí se los intentaron salvar. “Lo primero que me hicieron fue ponerme un injerto de piel de la pierna en el dorso de la mano y después me intentaron salvar los dedos. Fue muy duro”, recuerda el joven de 21 años, que reconoce que aquello no se lo desea “ni a mi peor enemigo”.

Diego Albéniz se recupera de la intervención en su casa de Iruñela (Tierra Estella). Javier Arizaleta

Estuvo doce días ingresado en el hospital de Burgos y al final los médicos tan solo pudieron salvarle el pulgar: “Iban pasando los días y yo ya veía que los dedos no salían adelante.Al final decidieron amputarlos”.

Tras el accidente, Diego ha estado casi un año con la mano derecha prácticamente siendo un muñón, hasta que el pasado 14 de octubre se sometió a una compleja cirugía en la que le han trasplantado tres dedos del pie a la mano en un hospital de Madrid para volver a recobrar la funcionalidad.