Hasta hace no mucho todavía había vecinos de Legarda que se encontraban alguna mota de ceniza en el alféizar de la ventana y hay zonas del pueblo que fueron pasto de las llamas hace ahora un año en las que aún resiste un ligero aroma a chamusquina. El paisaje que rodea la localidad y que se extiende por todo Valdizarbe tiene la huella reciente de unos incendios que se iniciaron el 18 de junio de 2022 y que amenazaron a decenas de localidades de la Zona Media de Navarra durante varios días en los que se produjo la tormenta perfecta: campos sin cosechar, una sequía acuciante y unas temperaturas extremadamente altas.

Ahora, un año después, a los vecinos de Valdizarbe todavía se les ponen los pelos de punta al recordar las imponentes lenguas de fuego frente a las puertas de sus casas, pero se felicitan de que, pese al miedo, la incertidumbre y las importantes pérdidas –además de las ayudas que no llegan– no hubo que lamentar ninguna víctima. En este año, los auzolanes se han afanado en talar hectáreas y hectáreas de masa forestal calcinada en Legarda, Obanos, Puente la Reina/Gares y Muruzábal –los pueblos más afectados–, cuyas gentes, lejos de olvidar el trágico suceso han querido aprender de él y en las últimas semanas se repiten los cursos y las formaciones, tanto a nivel municipal como vecinal, para prevenir incendios y saber actuar ante ellos.

Legarda, el pueblo al que saltó el incendio

“Al principio pensé que lo parábamos, ¡qué iluso!”

En Legarda el fuego pasó, literalmente, por encima del pueblo. Lo recuerda bien Enrique Lizarraga, agricultor de 64 años, que tras cerciorarse de que su madre era evacuada a Puente la Reina se remangó, cogió una manguera y se puso mano a mano con los escasos bomberos que había en la zona a mantener a raya a las llamas. “Al principio pensé: “Este incendio lo paramos sin problema”, ¡Qué pobre iluso! Empezó a soplar viento norte y una lengua de fuego se plantó en pocos minutos en el pueblo. No pudimos hacer nada”, recuerda este vecino de Legarda que vive en Obanos.

Enrique Lizarraga, junto a un pino que se consiguió salvar de las llamas en Legarda. Diario de Noticias

Era tal la velocidad que llevaba el fuego que, al llegar a las inmediaciones del pueblo, las chispas saltaron directamente al otro lado de la localidad y cruzaron la autovía provocando fuegos junto a la gasolinera del área de servicio. “También nos temimos lo peor con la iglesia, pensábamos que iba a arder porque el incendio cogió a los pinos que están justo debajo y las llamas eran de varios metros. Alguna chispa saltó a una de las ventanas de madera y la quemó. Pero por suerte se quedó ahí. Si hubiese entrado, la iglesia hubiese sido calcinada porque por dentro es todo de madera”, recuerda Enrique, que comenta que “los pinos son lo peor”: “Tienen mucha resina y en cuanto les toca el fuego provocan llamaradas”.

El incendio que se inició en Legarda “está claro que fue por una cosechadora”, lo que no entiende este agricultor es cómo las autoridades no pararon la cosecha ante las temperaturas superiores a los 40 grados y con el campo tan seco. “Soy agricultor y sé que es una decisión difícil porque hubiese habido una protesta importante. Pero tal y como estaban las cosas tendrían que haber ordenado que durante dos o tres días no se pudiese cosechar”, sostiene Enrique.

Ahora, el objetivo es evitar que vuelva a ocurrir algo así. Por ello, el Ayuntamiento de Legarda y el Gobierno de Navarra se han impartido cursos para saber cómo actuar ante un posible incendio. El último tuvo lugar este pasado sábado y tras él se organizó un acto con autoridades y una comida popular en la plaza del pueblo: “Hay que celebrar que hace un año nos pudimos salvar del fuego”, sostiene con una sonrisa Enrique. 

Puente la Reina, cercada por el fuego

“Recuerdo todo y se me ponen los pelos de punta”

Muchos vecinos de Puente la Reina echaban la siesta mientras dos frentes de fuego cercaban al pueblo. Era primera hora de la tarde y los incendios que se habían decretado en Legarda y Obanos –cerca de la ermita de Eunate– se desplazaban a la velocidad de un fuerte viento hacia esta localidad que atraviesa el Camino de Santiago. De hecho, los peregrinos han pasado de caminar entre montes verdes trufados de árboles a hacerlo entre hectáreas taladas y aún ennegrecidas. “Las pérdidas han sido importantes, porque se quemó mucha masa forestal que se usaba para venta de madera”, sostiene Itziar Imaz, recién nombrada alcaldesa de Puente la Reina, que también acababa de tomar posesión como concejala el día que los incendios rodearon el pueblo. “Yo estaba en Sangüesa y volví corriendo cuando me enteré. Al llegar, el fuego llegaba hasta el frontón y temíamos que saltase a alguna casa del pueblo. Pero por suerte se paró ahí”, recuerda.

Itziar Imaz, recién nombrada alcaldesa de Puente la Reina/Gares, posa ante una de las laderas quemadas del pueblo. Javier Bergasa

Además, Puente la Reina sirvió de refugio para los desalojados de varias localidades, especialmente de Obanos y Legarda. “Fueron horas de mucho caos e incertidumbre, pero gracias a la colaboración vecinal y a los servicios de emergencias se hizo todo muy bien. Lo peor fue un camión que ardió a la entrada del pueblo”, apunta. Precisamente, Mamen Esáin fue testigo de cómo las llamas devoraron al vehículo articulado, que llevaba un tanque de vino vacío.

Mamen Esáin, en la entrada de su restaurante en Puente la Reina. Javier Bergasa

Ella, junto a su marido Jaime Ramos, regenta el asador Zubi XXI, al que le reventaron las ventanas por el calor del incendio, que llegó hasta su puerta. “El camión estaba aparcado entre un taller y nuestro restaurante y llegó una lengua de fuego que le hizo arder. Nosotros nos salvamos gracias a un agricultor que hizo un cortafuego un rato antes de que llegasen las llamas”, rememora Mamen, a la que un año después se le ponen los pelos de punta y los ojos vidriosos al recordar aquel momento: “A nosotros el fuego solo nos quemó las persianas y un cartel del exterior, pero el camión de repente explotó, nos asustamos muchísimo”.

Obanos y Muruzábal

“Aún esperamos las ayudas que nos prometieron”

Obanos y Muruzábal también se vieron cercados por el fuego el 18 de junio de 2022. Ambos pueblos tuvieron que hacer frente al incendio de Legarda –que se propagaba desde el norte y al decretado en Eunate –que amenazaba por el sur–. Pese a que se consiguieron controlar las llamas y no entraron al casco urbano, varias casas se vieron afectadas: en Obanos una vivienda entera fue pasto de las llamas y en Muruzábal el fuego quemó una caseta con maquinaria agrícola de una de las primeras casas del pueblo.

Pero desde el mismo día 19 se pusieron manos a la obra para devolver la normalidad lo antes posible. “Hicimos una primera evaluación de daños y nos pusimos a arreglar casas, cambiar vallas y talar árboles. Después han ido saliendo más cosas y las hemos reparado con dinero de las arcas municipales, que ascenderá a los 60.000 euros. Aún estamos esperando la partida que nos prometieron desde el Gobierno de Navarra”, relata Arantxa Hernández, alcaldesa de Obanos.

En la misma línea se expresa Silvestre Belzunegui, alcalde de Legarda, que señala que “a día de hoy no hemos recibido nada”. “Supongo que las ayudas llegarán algún día pero nadie nos ha vuelto a decir nada. Lo que más demandamos es eso, que se nos informe con seriedad”, comenta Silvestre que señala que “solo en lo imprescindible nos hemos dejado 30.000 euros y aún tenemos jardines y paseos quemados”. Tampoco en Puente la Reina han visto partidas para sufragar los gastos que ha asumido el Ayuntamiento: “Es la pelea en la que estamos ahora”, apunta Itziar. Un año después.