Ha sido un año de trámites, presupuestos, peritajes y paciencia, sobre todo de mucha paciencia. Pero Daniel Acosta ya ve cerca el momento en el que se pongan manos a la obra para reformar su casa de Obanos que fue devorada por las llamas el 18 de junio de 2022. “Cuando llegué a casa el fuego estaba ya muy cerca. Entré corriendo para sacar al perro de una amiga y a nuestras dos gatas y nos fuimos. La casa la di por perdida completamente”, recuerda Daniel.

Fue una de las historias más dramáticas de aquellas jornadas de incendios que asolaron media Navarra, porque él y su entonces pareja llevaban menos de un año viviendo en Obanos, en una casa que habían ido reconstruyendo poco a poco y que ahora tendrá una segunda reforma. “La verdad es que no he tenido muchos problemas con el seguro, aunque sí que hemos tenido que hacer mucho papeleo. Al final nos va a cubrir casi el coste total de la reforma de la vivienda, así que por esa parte estoy contento”, reconoce Daniel.

Una columna de humo

Aquel sábado Daniel, que es médico en el Hospital San Juan de Dios de Pamplona, volvía a casa de trabajar y en el cielo veía una columna de humo a la que él se dirigía. “Conforme avanzaba en la carretera más me iba pareciendo que el humo venía de la zona de Obanos. Y así fue”, recuerda. Cuando llegó a su casa –en el límite este del pueblo– el campo de cultivo de debajo estaba ardiendo y las llamas se dirigían hacia el pueblo a gran velocidad. Entró a la casa, cogió a las mascotas y su portátil y por indicación de los agentes de Policía Foral abandonó Obanos. “Me empecé a encontrar muy mal, tenía un dolor muy fuerte en el pecho y fui a Urgencias a Estella; fue por todo el estrés acumulado. Después me llamó mi pareja y me dijo que el fuego había entrado en la casa, pero yo ya me había hecho a la idea porque el fuego iba hacia ella”, rememora.

La casa de Daniel Acosta, el día después del incendio. Javier Bergasa

Pero el drama no terminó ese día. A la mañana siguiente volvieron a un hogar que no era más que cemento y ceniza y se les cayó el alma a los pies: “Me afectó mucho pero soy una persona positiva y enseguida empecé con el inventario de las cosas que habíamos perdido”. Daniel empezó por lo básico: televisión, frigorífico, las camas, el armario... Pero luego se fue dando cuenta de que la lista era interminable, porque en una casa cabe una vida entera. Con ello estuvo dos semanas y después empezaron los peritajes y la elaboración de presupuestos. “La verdad que en aquel momento con que me pagasen el 50% yo era feliz, pero al final me van a pagar casi toda la reforma”, señala el médico, que tuvo que pedir varios presupuestos: “Eso fue lo que más tardó, como unos 6 meses porque la guerra en Ucrania hizo que subiesen el precio de todos los materiales”.

Ahora, está atando los últimos flecos para iniciar la obra de reforma, que calcula que finalizará la próxima primavera. “Ahora estoy de alquiler en Mendigorría pero espero que dentro de un año pueda estar viviendo en Obanos, con la casa ya completamente reformada”, confía Daniel.