La juventud es una etapa vital en la que la persona debe conocerse a sí misma mientras combate estímulos externos con mucho poder de influencia. Los y las jóvenes de ahora tienen que afrontar este proceso en un contexto globalizado, cambiante y lleno de incertidumbre y riesgos. Cómo cada persona afronte esas tensiones depende de sus capacidades y de la estabilidad de muchos pilares como son la familia, amigos, estudios, situación económica o diversos problemas externos. Cuando algunos de estos pilares se tambalean se puede manifestar en forma de problemas de salud mental o en violencia.

Ante la “creciente sensación de aumento de la violencia entre los jóvenes”, el colegio Claret Larraona organizó el pasado martes una mesa redonda en el marco de las jornadas Postpandemia y Juventud: desafíos y futuro. Para ello, reunió a Eduardo Sainz de Murieta, Jefe de área de investigación de la Policía Foral, Mercedes Pérez de Prado, técnica de la Fiscalía de Menores, David Soberana, educador social y psicoterapeuta familiar y a Francisco Cidriain, integrante la Brigada de Policía Judicial y el grupo de investigación de la Policía Municipal de Pamplona. La encargada de moderar el debate fue la periodista Marta Alzugaray.

“Navarra es un entorno muy seguro con una buena convivencia entre los jóvenes”, aseguró Sainz de Murieta. Es más, destacó que de 2011 a 2020 se había experimentado un descenso en la delincuencia juvenil. Debido a la pandemia, sí hubo un aumento, en especial de delitos de orden público y los relacionados con el consumo, tenencia y tráfico de drogas. Sin embargo, en los últimos dos años se ha retomado la tendencia descendente. Cidirain reforzó el discurso y explicó que en el periodo 2019-2022 Policía Municipal registró entre 147 y 177 atestados judiciales anuales en jóvenes y en lo que llevamos de año, han contabilizado 112. Respecto a intervenciones policiales en la vía pública, en 2023 llevan 226 respecto a las 221 de media en los cuatro años previos. “Se trata de una subida muy poco significativa. Pamplona es muy seguro, aunque a veces ocurren cosas”, valoró. Por su parte, Pérez de Prado, aseguró que en la Fiscalía de Menores “hay cierta estabilidad. Disminuyen los delitos protagonizados por jóvenes de 16-17 años y aumentan de manera considerable los de 14-15 años”. La pregunta es qué les lleva a delinquir y ejercer violencia.

Para responderla hay que entender el contexto en el que viven. La cultura estudiantil ha creado un mundo muy competitivo dónde los jóvenes son comparados y marcados por unas altas expectativas, incluido por parte de los padres. Soberana explicó que “esta competitividad les crea miedo al fracaso y no saben gestionar equivocarse” y, a veces, optan al “autoboicoteo antes de que les vean fracasar” para salir de la presión. La competición también provoca que prime un “individualismo exacerbado”, provocando en los jóvenes falta de una capacidad empática adecuada. “Se sienten solos. Piensan que se tienen que cuidar en el mundo por su cuenta y dificulta ver al otro”, explicó el psicoterapeuta. Al no tener noción de las personas de su alrededor, no tienen ese freno a la hora de ejercer violencia.

Uno de los mayores causantes de este contexto es el uso de las redes sociales. “La exposición constante ha creado un mundo en el que la validación exteriores más importante que la propia”, según explicó Soberana quien añadió que “con tanto consumo están siempre disasociados de la realidad”. Los delitos en este mundo virtual aumentan y “cada semana hay varias denuncias por control, grabaciones, acoso y demás delitos”, explicó Sainz de Murieta. Además, otro de los grandes daños del abuso de pantallas es el consumo de pornografía, que va aumento. “Nos hemos perdido en el debate y hemos llegado tarde a atajar el problema”, denunció Pérez de Prado. El consumo de pornografía violenta y sexista provoca aumento de violencia entre los jóvenes que quieren recrearlo.

Para Sainz de Murieta, otro de los factores más importantes es el consumo de drogas. Estas sustancias provoca agitación, agresividad y, “a largo plazo, tienen efectos muy potentes”. Es un mundo donde hay mucho desconocimiento y los jóvenes se adentran sin ser muy conscientes de la gravedad. Denunció “falta de sensibilidad y de interés por parte de los poderes públicos para luchar contra este problema” y sentenció que “sin droga tendríamos otra juventud”. Para poder reducir todos estos problemas, los cuatro expertos reivindicaron la importancia de adelantarse y abordarlos en la educación desde los 0 a 5 años, recordando a Pitágoras en que si educamos a los niños, no será necesario castigar a los hombres.