La titular del Juzgado de lo Penal número 5 de Pamplona ha condenado a 1 año y 9 de prisión a un vecino de la capital navarra por maltratar psíquicamente de forma habitual a su pareja sentimental. 

Según la sentencia, dictada de conformidad tras un acuerdo entre la fiscalía, la acusación particular y la defensa, el procesado, de 32 años, no podrá acercarse a menos de 300 metros ni comunicarse durante 5 años con la denunciante, a la que deberá indemnizar con 3.000 euros por el daño moral causado.

La juez ha acordado la suspensión de la pena de prisión por un plazo de 3 años condicionada a que, durante este tiempo, el condenado no vuelva a delinquir, abone la cantidad impuesta como responsabilidad civil, asista a unos programas formativos en materia de igualdad y respete las prohibiciones de acercamiento y comunicación.

Cualquier incumplimiento, advierte la magistrada, podrá conllevar la revocación de la suspensión y, por tanto, el ingreso en prisión.

La pareja mantuvo una relación entre noviembre de 2019 y el 6 de octubre de 2021. Al año, el comportamiento del inculpado cambió “con la intención de doblegar su voluntad”. Comenzó a insultarla y despreciarla, y en las discusiones golpeaba paredes o mobiliario de la casa para imponer su criterio.

Además, le exigía el patrón del móvil para acceder a sus conversaciones con terceras personas. Ella se lo dio por temor a su reacción. Al mismo tiempo, le dijo en varias ocasiones que, si le dejaba, se suicidaría.

A mediados de agosto de 2021, la víctima se fue a celebrar su cumpleaños a una localidad riojana en compañía de dos amigas. Por temor a su reacción, no se atrevió a llamarle para decirle que iban a pasar noche allí. Tuvo que hacerlo una amiga. Cuando él se enteró, le exigió que le mostrara que estaba en el hotel y no en la calle. Según recoge la sentencia, “a continuación le envió varios mensajes más en los que le dijo que si le dejaba se iba a suicidar, enviándole una foto de una pistola para determinar su voluntad”.

El 6 de octubre de 2021, la mujer decidió dejar la relación, y así se lo notificó al acusado. Ella le pidió que le devolviese las llaves de su vivienda. Tras entregárselas, comenzó a increparla por teléfono. Le dijo que estaba en la localidad en la que ella residía junto con sus padres y que iba “a estrellar” su coche contra su vehículo y el de su familia. Unos mensajes parecidos le envío a la madre de ella.

Tras el cese de la relación, la mujer cambió de número de teléfono para evitar contactos con el inculpado, a quien bloqueó en sus redes sociales. A pesar de ello, él intentó ponerse en contacto con ella a través de sus amigas y acudió a la universidad en donde estudiaba con un ramo de flores.

Además, con la intención de tenerla “controlada”, verla constantemente y altear su vida diaria, se cambió de domicilio. De Pamplona se trasladó a la localidad en la que ella residía, en la calle inmediata. Comenzó así a ir a los lugares que frecuentaba. Una noche se presentó en su casa y llamó al portero automático con la intención de hablar con ella.

Este comportamiento motivó que la denunciante volviera a cambiar de teléfono, alterara las horas de entrada y salida del domicilio y dejara de acudir a los lugares habituales para evitar verlo.

Por todo ello, la víctima ha estado en tratamiento psicológico. Estas circunstancias le han producido “alteraciones del sueño, falta de concentración en los estudios, temores y miedos”.