Ha sido una odisea de casi tres años. De roturas y de recaídas. Pero Ander Torriko ya está listo para vestirse de nuevo de corto y jugar. Para desplegar su magia donde mejor sabe, en la pista. El central guipuzcoano forma parte de la expedición del Helvetia Anaitasuna que este sábado (20.00 horas) disputará un amistoso ante el Bidasoa Irun en Zumaia, la localidad natal del jugador. Es, sin duda, el regreso más esperado.

Torriko se lesionó un 27 de marzo de 2021 en la cancha del Puente Genil. El central, de 26 años, se rompía el ligamento cruzado de su rodilla derecha fintando, un gesto clásico suyo, cuando atravesaba además un gran momento de juego. En diciembre de ese mismo año, cuando todo apuntaba a un regreso inmediato, recaía de su lesión en un entrenamiento. Y la desgracia se acrecentaba cuando en 2022, antes de iniciarse la competición y con el visto bueno médico ya en la mano para volver, se rompía por tercera vez, también entrenando. Casi tres años después, 1.029 días más tarde, y con cuatro operaciones de por medio, Torriko –el central de la eterna sonrisa– ya está listo para debutar. Su regreso, además, tendrá un fuerte componente emocional, ya que su previsible reaparición en el amistoso ante el Bidasoa Irun será en Zumaia, la localidad que le ha visto crecer.

Ander Torriko es la principal novedad de un Helvetia que sigue su puesta a punto durante el parón por el Europeo de Alemania. Pero no la única. Porque Quique Domínguez se lleva también a Oleg Kisselev, lateral fichado durante el mercado de invierno e hijo del mítico jugador ruso del Portland San Antonio.