Los colores y las texturas características de la obra de César Muñoz Sola intervienen con los blancos, el textil, la porcelana y el cristal de Celia Eslava (Pamplona, 1955), que inauguró recientemente su exposición QUID en el Museo Muñoz Sola de Arte Moderno de Tudela como una forma de contraponer dos épocas artísticas y ofrecer una visión conjunta del arte contemporáneo y el clásico en un mismo espacio

Para ello, las diferentes piezas de Eslava inundan el museo hasta el 15 de septiembre, conviviendo en las salas con las pinturas clásicas del navarro para generar un diálogo entre el trabajo del pintor y el de Eslava. “Lo que intento es generar una reflexión para buscar nuevas lecturas, nuevos discursos entre el trabajo de Muñoz Sola y el mío”, explicaba la artista. 

Los géneros pictóricos clásicos del paisaje, el retrato y la naturaleza muerta se convierten así en el objetivo de la nueva intervención de Eslava, artista navarra que ya ha trabajado anteriormente con propuestas de este tipo y que ahora busca “poner a dialogar ese trabajo artístico que corresponde a otra época con mi trabajo, que corresponde al momento contemporáneo”. 

Como definió la propia artista, el objetivo de la exposición no es “una lectura como dos entes separados, sino generar una imagen superpuesta para que esas lecturas sean más abiertas y nos lleven a hacer la reflexión sobre lo que ha ocurrido en ese lapso de tiempo” entre la obra de Muñoz Sola y la suya propia. 

Son estas visiones diferentes, inherentes a las épocas en las que han sido concebidas, las que ha querido presentar en su exposición. “En todo momento, el ser humano se hace preguntas parecidas sobre ciertas cuestiones: la infancia, el paso del tiempo, la naturaleza, la vida, la muerte”, afirmaba la artista, “y en cada momento, la expresión artística de estas cuestiones varía según lo que se esté viviendo y las disciplinas que se utilicen”. 

Para ejemplificarlo, Eslava ha querido alternar su idea propia con la obra de Muñoz Sola, planteando la exposición desde “esas sensaciones que he recibido al ver su obra y al ponerla en relación con la mía”. En cada espacio la artista ha adaptado, según lo que ha visto en el sitio, su obra para que el visitante pueda tener las dos visiones contrapuestas.

Así, a los retratos de niños de Muñoz Sola les ha superpuesto su imagen de una infancia que entiende de una forma “más conceptual”, representando una imagen ideal, frágil y vulnerable a través de una serie de juegos de porcelana; un material que tiene la blancura y la característica de ser fuerte y frágil a la vez. Así entiende Eslava la infancia: “Un niño es resistente, pero también vulnerable”. 

Tambien quiso señalar, a través de otras piezas como una falda a gran escala, esa presencia femenina que estaba ausente en los museos hasta hace no mucho tiempo: “La mujer tiene su espacio, su voz y puede estar ahí con su presencia”. 

De esa forma, este encuentro permite generar una línea de tiempo mental a través de la cual historizar lo contemporáneo y llevar a pensar en el desarrollo de los lenguajes plásticos y visuales del último siglo. La convivencia en el espacio de estos contrastes invita a reflexionar sobre las diferentes vías de otorgar respuestas a cuestiones comunes. Además, se ponen de manifiesto sesgos históricos que han configurado la vida social y, por consiguiente, las artes. 

Respecto a la pintura de Muñoz Sola, Eslava opinó que es “un trabajo muy representativo” de la época. “Tanto por su procedencia como por sus temas, muy arraigados a la tierra, me gusta ponerlo en relación a mi espacio, con una mirada que no tiene nada que ver”, afirmó la artista, para quien ha sido “un reto” crear esta exposición.

“Siempre me han gustado los retos, sirven de acicate para leerte desde fuera, igual que dirijo la mirada a otros trabajos desde mi momento. Todo lo que sea plantearse las cosas y reflexionar me gusta, porque el arte, como la vida, es movimiento”, opinó. 

“Intento que se genere una reflexión para buscar nuevas lecturas entre el trabajo de Muñoz Sola y el mío”