Pocas bandas pueden presumir de llevar treinta años de carrera, y menos todavía con una vitalidad como la de Leihotikan.

¿Cuál ha sido la historia de este disco? El anterior era de 2018.

Teníamos una serie de canciones en el local, algunas ideas… Funcionamos despacito, a nuestro ritmo. Con el último disco estuvimos tocando muy a gusto, años 2018 y 2019. Vino la pandemia y aprovechamos para ordenar el material. Íbamos teniendo canciones y ya vimos la necesidad de plasmarlas en un disco.

¿Tenían claro desde el principio que lo iba a producir Gorka Urbizu, de Berri Txarrak?

No teníamos claro nada (risas). Queríamos grabar el disco con GOR, como siempre, pero cerró. Hablamos con Marino y vimos que Gorka estaba produciendo discos, que había trabajado con La M.O.D.A. y que habían quedado muy contentos; dijeron en una entrevista que grabar con Gorka debería ser un derecho universal. Lo teníamos muy cerca, lo conocemos desde los inicios y siempre ha respetado mucho a Leihotikan, le gusta el grupo. Nos pareció bien meter la figura de una persona externa que nos conoce, que va a preservar nuestra identidad y que va a aportar toda su experiencia y los conocimientos que ha adquirido viajando por el mundo y trabajando con un montón de productores a los que nosotros, que siempre hemos sido más kilómetro cero, no hemos tenido acceso. Se lo propusimos, accedió y nos dio un punch muy grande a la hora de trabajar. Nos puso las pilas.

Han vivido momentos importantes con él, desde aquel concierto en el instituto Iturrama a mediados de los noventa hasta la despedida de Berri Txarrak, en el Navarra Arena.

Sí. Antes de que formara Berri Txarrak, a Gorka le molaba Leihotikan. Tocamos juntos varias veces: en Iturrama, en Zizur, en Tierra Estella, en un concierto de homenaje a Maravillas… En 2004 íbamos a tocar con Berri en la sala Caracol de Madrid, pero tuvimos una movida, la ultra derecha nos sacó una campaña y al final no fuimos. Y tocamos con ellos en su últimos conciertos, en el Navarra Arena. Nosotros somos el hermano mayor, que nos hemos quedado en nuestra parcelica, con nuestro producto kilómetro cero, y él es el hermano pequeño, que ha salido, ha visto mundo y ha propagado la escena vasca y la escena del rock en euskera por todas partes. Siempre ha sido una persona muy cercana, es una gozada tener a tu lado a alguien así.

"El mundo cada vez es más desigual, es muy complicado llegar a tener una vida digna"

¿Y qué tal ha resultado la experiencia? A veces no es fácil trabajar con alguien tan cercano.

Ha sido una experiencia muy enriquecedora. Teníamos la duda de si podríamos amoldarnos a estas alturas a alguien de fuera. Somos un grupo muy familiar, siempre hemos grabado en Pamplona, y esta vez Gorka nos ha sacado de nuestra zona de confort, que es lo que buscábamos. Nos llevó a un estudio distinto, los Estudios Gaztain, con Eñaut Gaztañaga, el mago de Zestoa. La labor de Gorka no es solo ir al estudio y tocar botones, sino que se mete en el local, participa de la composición… Nos avisó de que se iba a implicar. Si algo no nos hubiese gustado, hubiésemos decidido nosotros, pero no nos ha costado ningún esfuerzo, nos hemos entendido muy bien. Todo lo que nos ha propuesto tenía su razón y encajaba, sumaba. Él nos conoce muy bien y maneja una paleta musical amplísima. Ha sido un experiencia intensa porque hemos trabajado mucho, pero ha sido algo muy creativo y enriquecedor.

En el disco se mantiene la línea estilística de Leihotikan.

Sí, tenemos un estilo muy característico. Hacemos punk rock, hardcore, con ritmos acelerados y una voz melódica, con toques más poperos. Ese estilo lo conoce muy bien Gorka y nos ha hecho dar un paso más allá. Es difícil para un grupo como el nuestro, que lleva más de treinta años y siete discos, mantener un estilo y una frescura, ese punto de energía. Necesitas algún aliciente, aire fresco que te resitúe en los tiempos en los que estás. Este disco tiene el sello de Leihotikan, nuestro punto rock de siempre, pero también una amalgama de sonido y de acordes nueva. Hemos subido un peldaño.

Hablando de las letras, abordan varios temas: sociales, personales… Incluso hay una adaptación de un poema de Marisa Zubiri.

La primera canción, Laila, es como un golpe en la mesa; suben los precios, los salarios bajan, la gente joven está muy formada pero no encuentra trabajo, la gente mayor no se puede jubilar… Hay un pacto social que no sabemos si lo hemos firmado o no, pero desde luego tiene mucha letra pequeña. El mundo cada vez es más desigual, es muy complicado llegar a tener una vida digna. Siempre hemos tenido esos valores sociales, por eso el disco empieza así. Etorkizuna ginenean habla de la juventud. Zu gabe es un poema de Marisa Zubiri, que habla de la ausencia de un ser querido, estamos en edad de perder gente cercana. Izaeraren erreka habla sobre las distintas identidades sexuales y la gente que se mueve en los márgenes; la hemos escrito con Iñigo Ibarra. Hay otras más literarias, como Azken misioa o Armarik ez dut baina, que pueden ser más personales. Askatasuna es un tema rápido, cañero, y habla de la degradación que ha tenido la palabra libertad, desde los años setenta, con todo lo que ha significado en Euskal Herria, y ahora se reduce a tener libertad para tomarte una cerveza en pandemia. Y Betidanik eta betiko es una canción de amor, más romántica.

"Somos un grupo muy familiar, siempre hemos grabado en Pamplona, y esta vez Gorka (Urbizu) nos ha sacado de nuestra zona de confort"

Es el primer disco que publican tras el cierre de GOR y lo han autoeditado. ¿No se plantearon llamar a las puertas de otro sello?

No. Pensábamos que este iba a ser el último disco de GOR, pero no daban las fechas, Patxi (Goñi) tenía que jubilarse. GOR nos cedió toda nuestra obra, y sentimos la necesidad de gestionar nosotros nuestra discografía. Queríamos probar, ver hasta dónde podíamos llegar. Arrancar ha sido duro, hay mucha burocracia, pero ahora estamos muy contentos. Acabamos de estar en Durango con el disco. Para lo que que sí hemos buscado ayuda ha sido para los directos, que contamos con Fermin Göo, de Farmway Records. Es de aquí, de Pamplona, y nos está organizando la gira. Así que la parte discográfica la llevamos nosotros, y el management y la contratación nos la lleva Farmway Records.

Hace años decían que tenían que hacer virguerías para compaginar el grupo con sus vidas personales, trabajos, familias y demás. Si ahora también se encargan de la publicación de los discos, la cosa se complica, ¿no?

Efectivamente. Ahora hacemos más virguerías… ¡un tirabuzón! (Risas). Siempre hemos dicho que Leihotikan es un hobby, no vivimos de a música, pero después de tantos años, es nuestra forma de vida. Leihotikan es nuestro sitio en el mundo, nuestro espacio creativo. Y aunque no vivamos de ello, nos lo tomamos muy en serio, trabajamos mucho en el grupo.