Jesús Mari Garisoain, Txumarra, histórico de la sección de montaña de Anaitasuna, ha fallecido en Pamplona a los 73 años de edad. Txumarra, que durante casi medio siglo fue delegado del Club de Montaña en la SCDR Anaitasuna, ha sido alma mater, entre otros eventos, de la Marcha a San Cristóbal-Ezkaba o de la Travesía por Pirineos, actividades que han dado mucha entidad al club. Además de preparar las salidas montañeras a diversas cimas, cercanas y lejanas, fue autor de diversos catálogos, guías, etc. referidas al deporte que tanto amaba.

Siempre que alguien que ha luchado hasta el agotamiento por levantar a una asociación o a un colectivo finaliza sus días, sus miembros se deshacen en halagos para destacar su valía y sus aportaciones. En este caso, pocas palabras habrá tan sinceras como las pronunciadas este martes para despedir a Jesús María Garísoain Goñi, Txumarra, nacido en Álava en 1948, aunque de niño recaló en Navarra, donde vivió por y para la montaña.

La montaña fue sin duda la inmensa pasión de este hombre, que ha fallecido esta madrugada después de varios meses luchando contra unas complicaciones de salud. Entró en la S.C.D.R. Anaitasuna cuando la sociedad todavía se encontraba en la calle Mayor y heredó la sección de Montaña en la década de los setenta del siglo pasado.

A lo largo de los años al frente de este grupo, revitalizó de una forma incansable todas las actividades de la sección, creando algunas de las citas que hoy en día son actos indiscutibles del calendario navarro, como la Travesía del Pirineo, la Marcha a San Cristóbal o la Semana de Cine de Montaña.

Casado y con un hijo, sus comienzos laborales estuvieron en un taller de materiales metálicos, aunque el recuerdo de todos los que lo conocían se asocia a la tienda de deportes Mendi Kirolak, donde estuvo trabajando hasta que, en el año 1996, sufrió un accidente cuando un coche le impactó mientras circulaba en motocicleta.

Ese siniestro le cambió la vida, ya que desde ese momento estuvo aquejado de molestias en la cadera, lo que le impidió disfrutar tanto de lo que, para él, era la parte más importante de su vida: la montaña. No obstante, nada le separaba de esa inmensa afición. De hecho, a pesar de no poder realizar las excursiones dominicales, acudía a todas y se pasaba el día junto al chófer del autobús, para así, al menos, estar cerca de la naturaleza y del monte.

CONSTANCIA Y RESPETO

Perseverancia, dedicación, constancia y respeto son algunos de los términos que les vienen a la cabeza a quienes compartieron con él tantos años en la sección de Montaña. Era tan firme e insistente que, si algo se le metía en la cabeza, no paraba hasta conseguirlo. Aunque, para ello, tuviera que llamar al director de Telefónica o al jefe de la Policía Foral para obtener los permisos necesarios. Así lo describen sus amigos, como una persona obstinada en sacar adelante aquello que consideraba esencial para potenciar la sección en Anaitasuna, siempre con la montaña en sus pensamientos.

Esas cualidades de nunca rendirse y de no tener remilgo alguno para pedir ayuda a quien fuera son también dos observaciones que salen a la palestra cuando los que lo conocían hablan de él con cariño, respeto y admiración. Por eso, seguramente, llegó a organizar tantas excursiones y tantos eventos relacionados con la montaña. No pensaba en otra cosa, apuntan sus amistades más cercanas; solo te hablaba de los libros de montaña que había leído o de las películas de montaña que había visto. Era, sin duda, la pasión de su vida.

"Desde la S.C.D.R. Anaitasuna, queremos mandar nuestro abrazo más afectuoso y cercano a sus seres queridos y a la infinita lista de amistades y contactos que seguro lo echarán de menos. Descanse en paz", manifiesta la entidad en un sentido obituario.