Hay que admitir que a veces, cuando se suelta la melena –es una metáfora–, Javier Tebas tiene desparpajo. Como el otro día: “Si Villarejo tiene pruebas de que Florentino sobornó a árbitros, que lo demuestre, que habla mucho pero luego nada. Eso sí, lo que dice de que Florentino es intocable en este país, me lo creo. Es un hecho objetivo”. Esas dos últimas frases convierten al presidente de LaLiga, ahí es nada, en la única persona relevante de este país –políticos de izquierdas al margen– capaz de decir en voz alta algo que es una obviedad, pero muy difícil de oír en una tele o una radio de ámbito nacional, porque los gadgetobrazos de Florentino son muy largos y todo periodista o tertuliano se puede encontrar de golpe en la calle, ahí abandonado con su valiente opinión. Y lo terrible es que se haya normalizado tanto esa situación que nadie se escandalice cuando alguien la recuerda.