Afganos y sirios se apresuran estos días a cruzar la ruta balcánica antes de la llegada del invierno en medio de constantes devoluciones en caliente y de testimonios de extrema violencia. DIARIO DE NOTICIAS viaja hasta Serbia junto a la organización ‘No Name Kitchen’ para conocer uno de los trayectos más duros y menos retratados de quienes se han visto forzados a abandonar sus países.

Sid está al noroeste de Serbia. Es un pueblo de tan solo 15.000 habitantes y su cercanía a la frontera croata la convierte en un lugar clave para quienes pretenden solicitar asilo en Europa. En este pequeño pueblo rural con una sola calle principal no se ven personas refugiadas. La gran mayoría se encuentran en campos oficiales o en squats, edificios o zonas deshabitadas, lugares ilegales muy cercanos a la frontera y operados por las mafias donde, cada noche, distintos grupos de personas intentan hacer The Game, es decir: cruzar la frontera de manera ilegal.

En uno de esos campos oficiales, el de Adasevci, los chicos, en su mayoría afganos, reciben al equipo de ‘No Name Kitchen’ (NNK) con una alegría inusitada. Saben que no se trata solo de reparto de comida y de ropa, sino que por delante llegan unas horas de ocio y desconexión al que no están acostumbrados durante esta ruta. Se suceden los abrazos, las bromas y pronto empiezan a tomar té, a jugar a fútbol, ajedrez e incluso a bailar con el bafle que han quitado de las manos al equipo de voluntarios y en el que enseguida han empezado a sonar sus canciones afganas favoritas. Muchos realizan vídeos en directo con amistades o familiares y se empeñan en conseguir saludos del equipo que les visita. Y tik-tok, mucho tik-tok entre chavales que llevan dos años sufriendo la violencia de las fronteras desde que consiguieran escapar de los talibanes.

Las condiciones de los squats son insalubres y provocan numerosos casos de sarna.

En otro de los campos alrededor de Sid, Principovac, dos cosas llaman poderosamente la atención. Una, que está literalmente pegado al paso fronterizo con Croacia, lo que provoca imágenes de los chicos observando el constante ir y venir de camiones y coches con absoluta libertad sabiendo que ellos solo podrán cruzarla de noche y pagando a las mafias alrededor de 2.500 euros, según relata uno de los jóvenes.

Y la segunda, el origen de los chicos, en su gran mayoría marroquíes. ¿Qué hacen en esta ruta? “Aunque solo sean unos 12 kilómetros, no sabemos nadar así que ir por España es mucho más peligroso porque podemos ahogarnos”, asegura Mohammed mientras el resto discute desenfadado si es mejor el Barça o el Madrid.

Suelen viajar en avión hasta Turquía y allí comienza su ruta balcánica por Bulgaria o Grecia. Algunos de ellos, que apenas pueden caminar, enseñan las heridas provocadas por las largas horas de caminata y un calzado inapropiado. En el campo un doctor pasa consulta unas pocas horas y Serbia solo es un lugar de paso, “así que no podemos esperar a que se curen”, asegura Youseff, mientras se aleja cojeando y agarrado a un amigo.

La mujer de Bilal es atendida por ‘Medical Volunteers International Serbia’. Junto a sus cuatro hijos tienen que dormir al raso porque el único campo oficial de Subótica es solo para hombres.

La mujer de Bilal es atendida por ‘Medical Volunteers International Serbia’. Junto a sus cuatro hijos tienen que dormir al raso porque el único campo oficial de Subótica es solo para hombres.

Denuncian violencia policial

Todos ellos coinciden en haber sufrido muchísima violencia policial durante su trayecto, especialmente en Bulgaria. “A mí me han devuelto tres veces de la frontera búlgara a Turquía”, comenta Aziz, un marroquí de 28 años que no deja de agradecer al equipo de NNK su presencia. “Una de las veces, la policía búlgara nos quitó los móviles y el dinero que llevábamos. Como mi amigo no tenía dinero, le rompieron un brazo a patadas. Eran unos seis militares. También nos apuntaron con pistolas y realizaron disparos al aire mientras nos golpeaban con porras. Al final nos metieron en una furgoneta y nos abandonaron en medio de un bosque en Turquía. Pero antes, nos quitaron el calzado, dejándonos descalzos”. “Son unos animales, son inhumanos”, asegura Haziz, quien aún se siente afortunado porque dice que es muy habitual que la policía búlgara utilice perros para morderles.

La mayoría de estos chicos sueña con llegar a Alemania e Italia, pero reconocen que, estos días, la frontera con Croacia está especialmente blindada. Si no pueden cruzarla, no dudarán en buscar otra vía, como la frontera entre Serbia y Hungría.

Y allí, al norte del país, en Subótica, otro equipo de ‘No Name Kitchen’ se acerca al único campamento oficial de la zona donde malviven unas 300 personas, en su mayoría sirias. Un campamento exclusivo para hombres por lo que Nadia, quien enseña orgullosa fotografías de algunas de las medallas que ganó como corredora de maratones en Marruecos, tendrá que dormir a la intemperie. Al igual que la familia del sirio Bilal, cuya mirada perdida le impide observar a sus cuatro hijos jugando con el equipo de NNK.

El squat White House.

Noches heladoras al raso

Su mujer asegura que “es muy difícil pasar la frontera con cuatro niños pequeños, pero no tenemos otra opción. Además, parte de nuestra familia ya ha conseguido llegar a Hungría y queremos tener una vida en paz en Alemania. Lo peor aquí es la noche, tenemos que dormir aquí, entre basura, nos tapamos con unos cartones pero pasamos mucho frío”, asegura mientras su hija más pequeña, de tan solo 2 años y con la cara manchada, la reclama.

La frontera aquí también es muy dura. Tres jóvenes marroquíes consiguieron cruzar a Hungría, pero la paliza que recibieron por parte de dos policías (mientras un tercero grababa), fue tal que tuvieron que llevar a uno de ellos al hospital antes, eso sí, de devolverlos a Serbia de forma ilegal. Cuando el equipo de NNK y Medical Volunteers International Serbia encontraron a los jóvenes con profundas heridas, tuvieron que acompañarlos al hospital serbio más cercano para que pudieran recibir la atención adecuada, ya que es habitual que a los refugiados se les niegue la asistencia sanitaria.

Llama muchísimo la atención la fila de taxis apostados a las puertas de este campo de refugiados. Mientras cuatro chicos montan en uno de ellos cargados con pequeñas mochilas, un joven sirio confiesa que son quienes les llevan hasta el punto desde donde intentarán cruzar la frontera, desde donde intentarán hacer The Game, la palabra que más se oye en este lugar. Según cuenta, los taxistas les inflan los precios argumentando que si la policía les para les pueden acusar de traficantes y tendrían que pagar multas. Quienes buscan asilo se convierten, así, en la mayor fuente de ingresos para los taxistas de la zona.

Debido a las largas caminatas y el calzado inapropiado, los migrantes sufren constantes heridas en los pies.

Debido a las largas caminatas y el calzado inapropiado, los migrantes sufren constantes heridas en los pies.

Tiroteo entre mafias

La compleja rutina de las personas que buscan asilo en Europa cambia el día en que el equipo de NNK se dirige al squat de Horgos. Las voluntarias reciben una llamada desde allí alertando de un tiroteo entre dos mafias que trafican con quienes intentan cruzar la frontera y que se ha saldado con tres migrantes muertos y otro más herido.

A pesar de que la tensión se dispara en la zona y se multiplican los controles policiales, el equipo de NNK junto a Medical Volunteers International Serbia (MVI) deciden cambiar de ruta y acercarse a Faktori squat. Un grupo de sirios sale de del edificio abandonado y se acerca a los dos equipos que se encuentran en medio de una gran explanada de tierra. Hasan tiene el dedo índice literalmente reventado. Mientras le realizan varias curas asegura que todo sucedió en la frontera con Bulgaria, donde “la policía comenzó a tirarnos botes de humo y yo cogí uno para evitar que le diera a un niño”. Muy cerca, el resto del grupo pone música siria a todo volumen, toma té y anima a las voluntarias a bailar con ellos danzas tradicionales.

Hasta que se escuchan unos gritos. A lo lejos, dos refugiados corren hacia el grupo mientras gritan: “Police, police!!!”. Detrás, un 4x4 a toda velocidad está a punto de atropellarles, pero consiguen esquivarlo y adentrarse por un camino.

El coche frena de forma brusca y cuatro policías salen rápidamente pidiendo a gritos la documentación del grupo mientras llega un segundo coche policial. Los refugiados han desaparecido. Una de las chicas pregunta si alguno habla inglés. “No!!!”, responde gritando uno de ellos. Tras varios minutos de tenso silencio revisando con detalle la documentación, el superior cambia su tono y comienza a bromear con el origen italiano de alguna de las jóvenes adoptando un tono paternal. En un perfecto inglés, dice “chicas, sois muy jóvenes, sabemos que queréis ayudar a los refugiados, pero no todas las personas que vienen de Oriente Medio son buenas y aquí corréis peligro. Por vuestra seguridad, os recomendamos, de ahora en adelante que nos aviséis cada vez que vengáis aquí”.

Una voluntaria de NNK jugando con un niño refugiado.

Una voluntaria de NNK jugando con un niño refugiado.

Y poco a poco, se alejan con una sonrisa condescendiente.

El último squat que visita DIARIO DE NOTICIAS es Ranch, uno de los “mejor organizados” según comenta un joven sirio recalcando que “incluso tiene cocina”. Y aunque así sea, ni uno solo de estos lugares cumple con los mínimos preceptos de salubridad.

La gente está nerviosa, nos cuentan que la policía serbia fue la noche anterior a un squat cercano y que quitó los móviles y el dinero a quienes no pudieron escapar. Aseguran que Serbia y Hungría han blindado las fronteras y que es imposible hacer The Game. Temen que la policía aparezca en cualquier momento y los encierre en campos del sur o los deporte a Bulgaria. Abdel dice “que necesita pasar la frontera cuanto antes para llegar a Alemania. Ha tenido que dejar a su mujer y a sus cinco hijos en Turquía. El Gobierno turco ha decidido deportar a la población refugiada siria, pero él dice que no puede volver a su país. Han pasado 20 años desde que salió de su tierra pero, además, su vida en Turquía ha sido muy difícil. “Allí son muy racistas, nos tratan muy mal a los sirios y nos explotan laboralmente. Yo solo quiero vivir en paz con mi familia”.

La despedida de Ranch es especialmente emotiva para el equipo de NNK debido a la tensa situación de los últimos días. Se suceden abrazos y deseos de buena suerte para los chicos. Ellos aseguran que tendrán que esperar unos días antes de intentar cruzar la frontera.

Tan solo un día después y con el equipo de DIARIO DE NOTICIAS viajando de vuelta a Navarra, arranca una operación serbio-húngara para “luchar contra la delincuencia organizada y la migración irregular”, según declaraciones del ministro del Interior serbio, Bratislav Gasic, y el ministro del Interior húngaro, Sándor Pintér. Ambos países activan la Unidad Especial Antiterrorista, la Gendarmería, helicópteros policiales e incluso tanques.

Es recurrente que los niños y niñas hagan dibujos de la policía serbia. Dicen que no son buenos. Los adultos aseguran que les quitan los móviles y el dinero.

Es recurrente que los niños y niñas hagan dibujos de la policía serbia. Dicen que no son buenos. Los adultos aseguran que les quitan los móviles y el dinero.

Cacería humana

Tal y como denuncia ‘No Name Kitchen’, la noche del 31 de octubre, la policía acudió al campo oficial que visitamos, que albergaba unas 300 personas y se las llevó por la fuerza y con violencia en cinco autobuses. Según testimonios recogidos por la organización, la policía robó las pertenencias personales de las personas refugiadas y rompió teléfonos móviles. También denunciaron señales de sangre dentro de las instalaciones del campamento y que la policía intentó disparar a las personas que huían.

Los squats han sido desalojados y, en algunos casos, destruidos. Además, NNK asegura que a las personas se les obligó a firmar un documento legal redactado en serbio, sin traducción a su lengua. Un documento que declara la presencia “ilegal” de personas en Serbia y justifica su detención indefinida en campamentos y prisiones gubernamentales.

La mayoría de las personas han sido trasladadas al sur y a otros centros del país en condiciones similares a cárceles, donde se encuentran hacinadas, no llega la comida para todas y donde los menores se mezclan con adultos, denuncia NNK.

Además, asegura que esas maniobras políticas también han repercutido negativamente en el trabajo de NNK y otras organizaciones humanitarias presentes en el territorio. Detener y registrar los vehículos de las organizaciones y las pertenencias personales de sus miembros se han convertido en procedimientos cotidianos.

Para este movimiento independiente, estas acciones forman parte de una estrategia más amplia dirigida a criminalizar el desplazamiento de personas por Serbia y se produce a las puertas de las elecciones parlamentarias serbias de diciembre. Y va más allá, acusa al gobierno serbio, con la complicidad de la Unión Europea y sus socios, de usar estas acciones de propaganda política para justificar una cacería humana contra las personas que buscan refugio.