Miembro de una saga de pelotaris, Adur Lasa Unziti (Etxarri Aranatz, 1994) era el cuarto, después de su tío Oskar Lasa, Lasa III, ex pelotari con una larga y gran trayectoria deportiva en la que destacan tres campeonatos de parejas. Además, en un pueblo con gran afición a la pelota, no es extraño que tirara por ese deporte. “Siempre me ha gustado el baloncesto y quería practicarlo, pero en casa me mandaban hacia el frontón”, recuerda. El chaval tenía maneras y resultados. No en vano, en 2013, 2014 y 2015 fue campeón Interpueblos Euskadi, subcampeón de Biharko Izarrak en 2015 y al año siguiente consiguió la txapela del Torneo Berria. Así, en 2017 lo fichó Aspe. El debut fue el día de San Juan en el Astelena de Eibar.

“En aficionados lo ganaba todo pero en profesionales lo pasé muy mal, salía al frontón y me encogía, unas sensaciones que no había sentido nunca. Hay mucha presión, sobre todo por las apuestas, y no sabía gestionarla. Fui a un psicólogo y aunque conseguí darle vuelta y empezar a ganar, me rompí un tendón de Aquiles”, recuerda.

Esta lesión lo precipitó todo y en 2019 Aspe rescindió su contrato. Tenía 25 años. “Estudié un ciclo superior de Educación Física pero no me veía tirando por ahí. He conocido la hostelería desde crío y pensé en coger el Hotel Aritzalko, que llevaba un tiempo cerrado. Hablé en casa y me dijeron que si lo tenía claro, adelante”, recuerda Adur Lasa, al tiempo que desmitifica ser pelotari profesional. “De la pelota viven unos pocos. Para los que no juegan en el estelar está jodido. Había meses que no llegaba a 1.000 euros”, apunta.

NUEVA ETAPA

En febrero de 2020, un mes antes del confinamiento, inició una nueva etapa al frente del Hotel Aritzalko, situado a las afueras de Etxarri Aranataz, muy cerca de la autovía pero en plena naturaleza en un gran robledal. La pandemia fue muy dura pero aguantaron el tirón. “Me metí en un berenjenal pero he contado con la ayuda de los de casa, sobre todo de mi madre que es una jabata. Si le pones ganas, trabajo y empeño, las cosas van saliendo. Estamos muy contentos”, observa. Lo cierto es que cuenta con muy buena puntuación en Tripadvisor y Booking.

Así, hace unos meses, con la experiencia adquirida y el Aritzalko en marcha, se decidió alquilar el Iturri Eder, un bar restaurante de toda la vida a la entrada del núcleo urbano de Etxarri, el recibidor de este pueblo con su hermosa fuente delante. “Estuvo cerrado tres meses. Me daba pena verlo sin luz. Es el mejor bar del pueblo, con unas instalaciones muy buenas, el único que tiene restaurante”, destaca. Lo abrió en Navidad. “La repuesta de la gente ha sido muy buena. Además, ha entrado gente joven. Estamos muy agradecidos”, destaca.

Así, cuatro años después de retirarse de los frontones, Adur Lasa cuenta con 19 personas en nómina, 10 en Aritzalko y 9 en Iturri Eder, sobre todo empleo femenino. “Salvo el cocinero, todas son mujeres”, destaca.

Con descanso semanal los martes, el Iturri Eder abre todos los días a las siete de la mañana cierra pasada la medianoche, una larga jornada que comienza con desayunos y continúa con almuerzos, comidas y cenas, con gran variedad de pincho, desde los más tradicionales como tortilla de patata a otros más innovadores. También es un espacio para celebrar despedidas, cumpleaños o eventos de empresas, con un comedor con capacidad para un centenar de personas.

Entre semana se ofrece picoteo, con platos combinados, ensaladas, raciones, cazuelas, pasta, bocadillos y hamburguesas variadas así como pizzas. Además, en el Iturri Eder también tienen dónde elegir las personas vegetarianas y celiacas.

El fin de semana se amplía la oferta, con una carta más el uso y variedad de segundos como ajoarriero, callos o calamares en su tinta y también los postres. También preparan comida para llevar. Para aquellas personas que les gusta lo dulce, la oferta también es variada. No en vano, cuenta con un punto de venta de Ogiberri en el que además de pastelería y bollería, se puede comprar pan.