Mabel Cañada, Ilargi Gardeazabal, Clara Ruiz de Gauna y Albert M. Borona expusieron recientemente en una comisión parlamentaria la situación de los pueblos abandonados y recuperados del Pirineo y el Prepirineo navarro.

¿Cuáles son las necesidades y expectativas de los pueblos ocupados como Lakabe?

Hablamos de necesidades y expectativas políticas y creemos que es el momento de trabajar con claridad con el Gobierno de Navarra para ver qué quiere hacer con su patrimonio. La despoblación fue un tema político y la repoblación también tiene que ser necesariamente una decisión política. Esperemos que este Gobierno tenga suficiente voluntad, recursos y poder para llevar adelante no solo una Ley de Despoblación, sino unas acciones que hagan revivir los pueblos.

Cuatro décadas de ocupación crea vínculo con el espacio. Lakabe es hoy una realidad necesitada de legitimar sus posiciones?

Desde que llegamos hace 46 años al Valle de Arce hemos ido viendo cómo el territorio se ha ido modificando. Hemos transitado toda la construcción del embalse de Itoiz y la consiguiente destrucción de los ríos Irati y Urrobi. De ahí también nos ha surgido esa necesidad de cuidar el agua, de ver cómo la tierra podría volver a ser fértil. Es una tierra que estaba devastada por el exceso de ganadería. La forma en la que hemos ido trabajando la tierra ha sido cuidarla y nutrirla conjuntamente con el ganado y las personas y esto crea un vínculo con el territorio. Amas este paisaje que te nutre y lo nutres.

“Es denunciable dejar que las casas se caigan en ruinas y que nadie las cuide y aproveche"

Como modelo de transición, y otra forma de entender la vida más ajustada al territorio, tienen experiencia relacionada con la despoblación.

Experiencia y voluntad de encontrar soluciones para vivir colectivamente en el territorio, uniéndolo con toda la crisis que estamos sufriendo, crisis de humanidad y a nivel de recursos en el planeta, uniéndolo a la energía renovable, a la voluntad de decrecer, a la determinación de una vida austera para el nivel de derroche que tenemos en Europa. Nuestra propuesta es que cada persona encuentre su vocación en el entorno en el que está en relación a ese paisaje, a ese grupo humano y a través de esta vocación y de estos vínculos, fijar vida en el territorio, cocrear espacios de sociedad, una sociedad que no discrimine vengas de donde vengas, según el color de piel, según la economía. Que lo que construyas sean acciones enfocadas al bienestar de las personas, del territorio, de la sociedad y del planeta; y desde ahí, crear una convivencia armoniosa.

Hacer comunidad y pueblo y sostenerse en el territorio no debe de ser fácil en un mundo que mira a lo urbano.

Aquí nos encontramos con que tenemos siempre esta mirada urbanocentrista del mundo de las urbes, que no deja de ser un eje de opresión porque no deja de contemplar lo rural como una zona de esparcimiento para lo urbano. Nosotras reivindicamos que lo rural vive para sí mismo, no para ser súbdito de ninguna otra opción de vida en sociedad y además, lo rural cuida la vida, lo urbano necesita lo rural. Cuidamos el agua, el aire, los árboles y el territorio. Y cuando hay políticas de abandono, de dejar que los edificios se caigan en ruinas ya sean privados, de bancos, la Iglesia o el Gobierno, este es el delito: dejar que las casas se abandonen, dejar la tierra abandonada con un letrero de “por aquí no se puede pasar”. Ni pasar, ni usar, ni cuidar, ni aprovechar… Eso es lo que es denunciable.

“Necesitamos cambiar el relato de que la vida en el campo es muy dura”

Sin embargo, ustedes lo han conseguido. Lakabe es un pueblo intergeneracional.

Nosotras nos fuimos a vivir a un pueblo totalmente abandonado y en estado de ruina. Hoy en día es un pueblo fructífero, llevamos 44 años y aquí han nacido más de 40 personas, de las cuales siguen habitando varias de la primera generación y de la tercera. Actualmente hay 12 niñas y niños. No hay que olvidar que muchos de los pueblos que han sido ocupados y recuperados entre los años 80 y 2005 tienen una filosofía de vida con una crianza diferente en la necesidad de cuestionar la cultura en la que vivimos el imperioso compromiso con los cambios de patrones de dominación ya sean de género, de raza, de culturas o lenguajes. Estos patrones hay que cambiarlos porque están dificultando la vida en común en los pueblos, también en las ciudades. Necesitamos cambiar ese relato de que la vida es muy dura a un relato en el que estamos ayudando a la vida y a la tierra a regenerarse y a frenar todo lo que viene con el cambio climático.

Se han quedado fuera del Grupo Motor en el proceso de participación para la estrategia de lucha contra la despoblación. ¿Qué opinan?

Que cuando se están diseñando nuevas leyes hay que llamar a las personas que habitan estos territorios, a las asociaciones que llevan defendiendo ese proceso muchos años y a entidades como la Mesa del Pirineo que trabaja desde hace diez años la despoblación con base en un sistema de gobernanza colectivos con ayuntamientos. No llamar a estas entidades a formar parte del grupo de trabajo sobre la creación de una Ley de Despoblación es un despropósito, tiene un punto de desprecio hacia el mundo rural y hacia las entidades que están trabajando. Agradezco que el mundo político del Pirineo sostenga con dignidad y presencia, aún con este desplante, y que siga trabajando en pro de leyes que frenen esta peligrosa caída en picado de la despoblación. Necesitamos que los procesos participativos sean súper exhaustivos en las zonas donde la despoblación se está cebando.

“Hay que dejar los diagnósticos, no llegan las soluciones y los problemas se agudizan”

Los diagnósticos en los cajones no ayudan a avanzar. ¿Cuáles son sus propuestas prácticas de colaboración?

Es momento de dejar de hacer diagnósticos, o más bien juntar los existentes en diversos cajones de los diversos departamentos del Gobierno de Navarra relacionados con la despoblación, el abandono y la ruina del mundo rural, y pasar a la acción. Cuando se constata una y otra vez que el cuello de botella es la propia Administración Pública del Gobierno de Navarra, estamos ante un caso de indefensión de la sociedad frente al propio Gobierno, y también estamos en una situación que llega a la inmovilidad. Muchos diagnósticos han acabado nombrando que es la lentitud, la parsimonia y la rigidez del sistema administrativo la causa de que muchas veces, en vez de obtener éxitos, obtengamos fracasos, porque las soluciones no llegan, los problemas se agudizan y muchas pequeñas empresas tienen que abandonar.

Nuestras propuestas son la gestión del territorio desde una mirada holística, como apoyar a las personas que quieren instalarse en el territorio. Trabajar con los pueblos para crear espacios colectivos de tomas de decisiones sobre cuestiones que nos importan, como cuidar el territorio de nuestro entorno. Hacer propuestas jurídico-legislativas que nos permitan indagar el tipo de acuerdos políticos que necesitan los pueblos en situación de abandono para regenerarse. Crear excepcionalidad para pueblos y valles despoblados. El Valle de Arce es un de los más afectados, a pesar de su gran riqueza y potencial. Fue totalmente abandonado, hipotecado en base a un pantano. Cada pequeño avance cuesta 4 años de legislatura, y en definitiva, los tiempos de la construcción son mucho más lentos que los de la destrucción”.