Los seis toros de la ganadería portuguesa Sobral protagonizaron ayer un vibrante tercer encierro por las calles de Tafalla que duró un minuto y 36 segundos y se saldó con algunos momentos de peligro y seis heridos leves que no requirieron traslado al Hospital Universitario de Navarra (HUN). 

El efecto Gorrión, el morlaco que el martes se quedó rezagado de sus hermanos y embistió el vallado en el tramo final del recorrido, estuvo presente en el encierro de ayer. A cinco minutos de las nueve de la mañana, había menos saltos, brincos y abrazos entre los corredores para soltar los nervios previos.

El miedo que se vivió el martes en la Ciudad del Cidacos seguía presente y las imágenes de Gorrión levantando dos tablones tampoco se habían olvidados. Era la carrera para los mozos más intrépidos, aquellos que no dudan en ponerse de nuevo delante de un toro a pesar de haber sido testigo de su furia.

Imagen del encierro de Tafalla Iñaki Porto

A las 9.00 horas, los pastores abrieron las dos puertas del corral, pero a los seis toros de la ganadería portuguesa, al igual que en el encierrillo, les costó arrancar y tres mozos les tuvieron que incitar con unos periódicos. Tras ocho segundos de impasse, la manada abandonó los corrales liderados por los mansos.

Nada más salir, Cotorrito, un cinqueño castaño claro, resbaló, se quedó unos metros rezagado del resto de sus hermanos e hizo amago de embestir a dos mozos que estaban situados a la izquierda en el primer tramo de la avenida Severino Fernández.

Por suerte, se quedó en un susto. Cotorrito continuó barriendo el ala izquierda de la calzada y miró desafiante a dos personas que, de forma temeraria, estaban apoyadas en un portal de una vivienda. 

A la mitad de Severino Fernández, Cotorrito se juntó con la manada, pero no duró más de cinco segundos con sus hermanos ya que enseguida volvió a derrotar. Esta vez no estuvo solo y le acompañó Marinero, un quinqueño sardo que se encargó de barrer el otro lado de la calzada, el derecho, y obligó a los corredores a subirse a las tablas. 

Encierro de Tafalla Iñaki Porto

La manada alcanzó la curva de la Farola bastante compacta –con solo Marinero unos metros retrasado– y se adentraron en la avenida Sangüesa sin chocar con el vallado. Cotorrito, el gran protagonista del encierro de ayer, volvió a mostrar su furia y amagó con embestir a un mozo de verde, que previamente había realizado una bonita carrera. A partir de ese instante, Cotorrito lideró la manada, que transcurrió por la avenida de Sangüesa sin causar ningún momento de peligro. 

 Pero aún no se había llegado la curva de la Estación. Un joven, que vestía una camiseta roja y un chandal de Osasuna, tropezó, se protegió la cabeza con los dos brazos y se libró de las pezuñas de los astados de milagro. Además, dos morlacos golpearon el vallado y tiraron a un mozo de negro que, tras su carrera, se había subido a las tablas para evitar las astas del burel.

El joven se cayó de espaldas, se golpeó con el suelo y rápidamente un voluntario de Cruz Roja se preocupó por su estado y, al percatarse de que no revestía gravedad, le ayudó a levantarse. Estos dos toros se quedaron rezagados y se volvieron a vivir momentos de tensión ya que se pusieron a barrer de izquierda derecha en la avenida Nuestra Señora de Ujué. Mientras, el resto de la manada entró sin problemas en la Plaza de Toros. 

Seis heridos leves

El encierro de ayer dejó seis heridos leves que no requirieron traslado al Hospital Universitario de Navarra. En la curva de la Farola se atendió al pamplonés J.A., de 22 años de edad, y con una herida en la rodilla. En Martínez Esponceda, el estellés I.L.C., de 19 años, sufrió una erosión múltiple en el codo y la cadera. En la curva de la Estación, se atendió a P. S., de 18 años, de Pamplona, y que padeció un traumatismo craneoencefálico “muy leve porque no ha perdido el conocimiento”, informaron desde Cruz Roja. También se le curó una herida en la rodilla. En la curva de la Estación también se atendió a I.L., de 27 años, de Sangüesa, por un traumatismo leve y una herida en el brazo. Por último, en la enfermería, se curó una herida en la rodilla y un rasponazo en la mano a J.A., de 19 años, de Cirauqui, y a P.B. con herida en un dedo de 61 años.